Salirnos de la polarización con una mirada despolarizante

24M. Día para recordar uno de los períodos más terribles de nuestra nación.
Pero si me dejo tocar por esta situación, lo primero que me viene a la cabeza es:
ninguna dictadura nace de un repollo.

La dictadura no fue militar. Fue cívico-militar. Para que haya dictadura, tiene que haber apoyo del pueblo. Para que gane Milei, tiene que tener el apoyo del pueblo. No existen fascismos solo arriba. Vienen bien de abajo. De cada persona.

De hecho, hace tiempo que tengo anotado hacer un posteo sobre los microfascismos que todes tenemos adentro. Pero la próxima hablo de eso. Hoy quiero ir por otro lado:

Quiero ir por el lado de salirnos un poco de las polarizaciones simplificadoras. Lxs buenxs acá, lxs malxs allá, y punto. Para cualquiera de los lados.

Sí, para que haya una dictadura apoyada por el pueblo, tienen que haber pasado muchísimas cosas antes: grupos de guerrilleros terriblemente violentos, la triple AAA de Lope Rega, el hambre, el dolor. Eso no le quita peso a lo terrible de lo que vino después, como buscan hacernos creer ciertos personajes. Pero si nos corremos de los antagonismos pedorros, podemos ver que todo lo que existe responde a una serie de factores, imposibles de calcular. Una multicausalidad inabordable. Pero sobre la cual cabe reflexionar.

¿Qué nos llevó a que haya una dictadura?
¿Qué nos llevó a tener un gobierno como el que tenemos hoy?
¿Que nos sigue llevando, una y otra vez, a creer que la guerra y el genocidio pueden ser una respuesta?

Los microfascismos

Mierda, no puedo evitar hablar del fascismo interior. De cómo continuamente, adentro nuestro, nos encantaría que ciertas partes de nosotres no existieran. ¿Quién no fantasea de vez en cuando con extirparse una parte de sí… con una motosierra? Ya sea ese hombro o esa rodilla que duele, ya sea esa parte de mi ser que pone en jaque todo lo que hasta ahora construí, ya sea esa parte que no sabe cómo salir de su depresión, cómo disminuir su ansiedad, cómo ser más extrovertidx, o lo que sea. Eso que nos avergüenza, que tanto rechazamos.

Bueno. Lo mismo pasa afuera. Creemos que hay partes que no deberían existir. ¿Quién no fantasea también de vez en cuando con que directamente no existan personajes como Bullrich o MIlei?
Pero existen. Y por algo existen. Su existencia no es azarosa. Su existencia es coherente en la humanidad actual.

Sí, lo confieso, creo que tiene muchísimo que ver con varios traumas bastante jodidos que tienen que haber vivido en sus vidas. Pero ningún trauma es personal. Todo trauma puede darse por situaciones colectivas. No hay culpables. Hay humanidad cagada de miedo y, en el tiempo-espacio, buscando las mejores maneras de responder a ese miedo. La mayoría de ellas, terriblemente ineficaces.

Para que un pibito de 18 años apoye a un gobierno que golpea jubilados, tiene que tener varios traumas en el tintero. Puede ser un padre violento, una madre ausente, una desesperación y una carencia profunda de amor y de materia. Pueden ser miles de cosas en verdad. Miles de millones. Pero que algo traumático hay de fondo, no te lo dudo. Ahora: dejemos de ver el trauma como algo personal. Para que alguien viva algo traumático (más allá de acontecimientos naturales) tiene que haber alguien traumatizado atrás. Y así podríamos remontarnos unos 100 años atrás, y darnos cuenta de que todes tenemos en el cuerpo la memoria de las guerras, el hambre, los exilios. O 45 años atrás, y darnos cuenta de que la dictadura sigue viva en cada une nosotres. En miedos y en historias que todavía nos recorren.

¿Cómo reaccionamos a eso que consideramos disfuncional?

Volvamos sobre la mirada no polarizante. La mirada donde asumimos que para que exista una sociedad enojada y frustrada, venimos de gobiernos que realmente han mantenido una estructura estatal disfuncional. ¿Y qué tendemos hacer los humanos con lo disfuncional? ¿Ver qué está fallando y cómo podemos arreglarlo, porque entendemos lo necesario que es? Rara vez. En general hacemos 2 cosas: taparlo (como hizo el gobierno de Alberto) o pretender exterminarlo (como hace el de Milei). Veamos que son dos reacciones posibles ante lo mismo: un estado disfuncional.

Al gobierno de Alberto le faltó muchísimo para mejorar el funcionamiento estatal. Por eso puede existir un Milei y su grupo de seguidores que suponen que la solución es exterminarlo. Como pasó en la dictadura. Y seguirá pasando.

Porque el bienestar colectivo y el bienestar individual no pueden quedar separados. Si veo que hablan de planes y tal, y yo me cago de hambre laburando 15 hrs, ¿cómo no voy a pretender otra cosa? ¿Cómo no voy a creer que hay que destruir el estado que me caga a impuestos? Ni me entero que esos impuestos pagan mi salud y mi educación… y que de hecho no son tan fácil de erradicar.

Después viene lo otro, las mentiras de cada gobierno y tal.
Pero antes de eso quiero traer esta mirada no-dual, despolarizante:

nada se da por azar. Para entender un lado, necesitamos entender el otro.
Y entender bien profundo cómo nos vinculamos con eso otro que no nos agrada. Adentro, y afuera.

Volver al gesto del amor

Por eso, si me dejo tocar por este 24M, en nuestro contexto actual del país, y en el del mundo donde una vez más crecen las guerras, los genocidios, y los modos modernos de colonizar (Rusia y EEUU en Ucrania)…

vuelvo a lo esencial:
que lo gravísimo hoy es cómo en nuestro dolor y frustración personal, dejamos de ver al otrx, en sus frustraciones y dolores. Cómo en ese dolor y frustración nos convertimos en bolas de enojo, capaces de lo que sea por su propio bienestar, anulando la otredad. Cómo en ese dolor y frustración y bronca, una vez más nos alejamos de la ternura, de la belleza, de la terrible potencia que somos cuando abrimos nuestros corazones y nos dejamos tocar por la otredad.

Digo esto, y miro la foto que tengo sobre mi escritorio:
Claro, mi hija, sosteniendo una flor en su manito. La foto la sacó ella. Es quien crea la ternura y quien la puede ver. Quien crea la belleza, y quien la retrata.

Entre tanto odio polarizante
nos deseo que nuestro corazón pueda abrirse
para que sigamos entiendo la potencia compartida
como fuente única del bienestar tanto individual como colectivo
ancladxs, no en el odio y la desidia,
sino en el compromiso profundo
primero, con nuestros propios fascismos interiores-exteriores, con mirarlos y abordarlos de frente,
para que sean puente hacia el amor del que sé y no dudo que somos capaces.

Que NUNCA MÁS sea el grito de nuestro corazón hacia el odio polarizante
y nido para crear en la ternura que también puede salir a la calle a marchar cuando el odio se apodera del cuerpo colectivo.

¿Qué gesto de amor podés dar hoy? A vos mismx, al otrx, a la Tierra.

Todo empieza con un gesto, que le cuenta a tu cuerpo de lo que es capaz. Todo empieza con un gesto que podés hacer justo ahora. Aunque no sepas bien cómo, aunque sea bien torpe. Todo empieza con un gesto.

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