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Luna llena en aries – 1/10/2020, 18:05 (UT-3)

Morir y renacer en el grito deseante

¿Qué se hace, cuando el deseo se resbala en las arenas movedizas de la incertidumbre? ¿Cuando la única proyección posible es la caída? ¿Qué hacemos, con todo este ardor que hay en el cuerpo, si adentro y afuera todo está derrumbándose?

Un grito. Esta luna llena en Aries, en conjunción a Quirón, es un grito. Un grito que nace del estómago y sale en todas direcciones. El grito de nuestra pequeñez ante tanta inmensidad. Gritar, porque no queda otra. Porque todo está cayendo. Y nos damos cuenta de que nunca tuvimos el control. Gritar, para al menos seguir existiendo en este grito. Un grito que sale de las entrañas. Un grito pleno, absoluto, total. Un grito sagrado.

Grito porque somos criaturas deseantes, aunque rara vez los deseos se cumplan como los proyectamos. Grito por el placer y el dolor de arder.

En el Tantra decimos que no importa el foco del deseo o sus frutos: importa solo la experiencia deseante. El ardor que nos circula al desear. Sin necesidad de hacer nada con ese ardor: solo entregarnos a sentirlo a fondo.

En esta luna llena, con tanto fuego en lo personal -despertando nuestra potencia deseante y creadora- y tanta tierra en lo transpersonal -poniéndole divinos obstáculos a ese deseo- esta propuesta del Tantra se vuelve muy interesante. Entrar en el fuego, soltando nuestros posibles objetivos. Con el dolor de soltar nuestros objetivos, sí, claro. Con el dolor de saber que hoy, nuestro deseo no se cumple. O, al menos, nuestro deseo individual, separado del entramado.

Esta luna llena en Aries, en plena crisis planetaria, es un llamado a ver más allá del propio deseo, recortado y separado. A investigar de qué se trata un deseo que, en el mismo acto de desear, empieza a incluir también al otre. A todes les otres.

La pregunta más compleja sigue siendo: ¿cómo articulamos deseos diferentes? ¿Qué los articula?

El grito es un ritual de sacrificio: ofrendamos nuestro deseo individual a la licuadora de la existencia, para renacer con una mayor afinación en conjunción con el deseo colectivo, la creación colectiva. Ese curioso modo en que nuestros deseos se articulan, cuando nos abrimos a sentirnos un mismo movimiento. Vivo y cambiante.

Saturno vuelve a estar directo, estamos en la fase final del cataclismo planetario. Es tiempo de empezar a ver qué vamos a construir con las cenizas que hoy recolectamos en nuestras manos. Cenizas de cuerpos muertos. Y no hablo solo de muertes por COVID, hablo de muertes por hambre, hablo de muertes de la fauna por la devastación de bosques, o de fauna marina por la devastación del mar. En fin, muertes por voracidad insaciable de poder.

¿Cómo podemos ofrendar nuestro fuego a la creación de un mundo Sustentable, en el sentido más sagrado de la palabra? Sustentable en lo humano, en lo ecológico. Sustentable porque todes, en sus singularidades, tienen lugar. Con el miedo que esto nos genera, en nuestros psiquismos fabricados a partir de la premisa de que estamos siempre compitiendo, en el eterno juego de imponer deseo, o someterme al deseo del otre.

En pleno cataclismo, creo que esta es la pregunta de esta luna llena en Aries, la pregunta que hoy cabe hacernos acerca del deseo.

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