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Venus-Pluitón representado por la sombra de unas hojas

Venus – Plutón

En este texto tratamos sobre Venus en aspecto duro (conjunción, cuadratura, oposición, semi y sesquicuadratura) a Plutón en la carta natal y sobre los tránsitos, tanto cuando estos planetas se encuentran en el cielo (tránsito sucediendo actualmente), como cuando Plutón hace aspecto duro a Venus

Venus aspecto duro a Plutón en la carta natal

Venus, por un lado, es la bella. Es nuestra cualidad de abrirnos, de atraer seductoramente aquello que deseamos. Es nuestra capacidad de conectar con la belleza y el placer de existir. Es una función fundamental, muchas veces reprimida o juzgada por nuestra herencia y cultura patriarcal.

Plutón, del otro lado, es la pulsión de lo vivo que puja, esa fuerza indomable que nos atraviesa, que crea y destruye. Es la intensidad de lo que abre, es el encuentro con la sombra. Es la bestia.

Entonces, Venus-Plutón es la representación de la bella y la bestia.

Primer etapa: yo soy la bella, vos la bestia. O viceversa: yo la bestia, vos la bella. El hecho es que somos partes irreconciliables. Entonces ahí estamos, haditas del bosque, encontrándonos siempre con asquerosos dragones. O ahí, todo ogro, encontrándote suaves princesas que no sabés tratar.
En la primera etapa, las fuerzas de estos planetas se polarizan, se antagonizan. Ahí el eterno mito, repitiéndose siempre igual. Ese amor inentendible. ¿Por qué me atraen siempre personas tan horribles, si yo soy tan hermose? O, del otro lado: ¿por qué me enamoro siempre de personas tan hermosas, tan inalcanzables para laguien tan horrible como yo?

El mito es un tejido en nuestros cuerpos, que tiende a repetirse siempre igual. Siempre polarizado. Pero esto puede tener un giro: la bella que se empieza a dar cuenta de sus cualidades de bestia. Y la bestia que empieza a enterarse de su belleza. Fiona, en Shrek, es un hermoso ejemplo de esto primero. Shrek sería un giro al mito tradicional: ya no es Plutón (la bestia) que acaba por transformarse en Venus (ese hermoso príncipe celestial). Porque eso no es integración: eso es el sometimiento de una fuerza por sobre la otra. Pero Shrek da un giro: ahora somos dos ogros. Fiona asume sus eructos, y en el ogro cabrón empezamos a ver una hermosa dulzura. Humor de por medio, Shrek ofrece un giro. Ante el espanto de sus padres, esta cultura que tanto teme y oculta lo plutoniano, ahora Fiona y Shrek son reyes del pantano. El amor va por otro lado: no en el evitar sus oscuridades, sino en tenerlas ahí, a flor de piel. En amarse en las intensidades de lo que se permite ser visto. Con todas sus delicias y todas sus miserias.

Entonces, sí, una integración. Venus-Plutón es asumirnos, al mismo tiempo, bellas y bestias. Es asumir que los vínculos son, fundamentalmente, territorios de transformación. El destino de Venus-Plutón es el de habitar relaciones sumamente intensas y transformadoras. Más allá de los anhelos lunares de que las relaciones sean refugios, y de los anhelos solares de que las relaciones sean espacios de autoconfirmación, los vínculos se nos van revelando contactos de transformación profunda. Venus-Plutón va aprendiendo que relacionarnos es que cada una de las partes mueran, en la intensidad de la fusión, para que emerja un nuevo organismo llamado relación. Un organismo siempre cambiante, siempre abismante.

Al principio, esto se vive con muchísima angustia. ¿Por qué nunca puedo establecer una relación amorosa? ¿Por qué siempre la bardeo, o le otre la bardea?

Pero no es una cuestión de bardearla. Es un ir asumiendo que la noción de amor que tenemos es cualquier cosa. Al menos para un Venus-Plutón. El amor, en estos cuerpos, en estas singularidades, es el espacio para vernos enteres, con nuestra mierda a flor de piel, con nuestros dolores, nuestros temores, nuestros terrores. Con nuestra violencia, nuestras impulsividades. Así, por completo así. Y aprender a amar todo eso que tanto nos aterra. Ese es el inevitable destino de todo Venus-Plutón. En cada relación ver la sombra, una y otra vez. Hasta aprender a amarla. Intensamente.

Y la sombra no es más que lo otro. Lo diferente. Lo que nos trae ese lado que nos incomoda ver. El destino Venus-Plutón es aprender a relacionarnos en el encuentro de deseos diferentes. Tal vez no es que deja de doler, sino que empezamos a reconocer lo necesario de ese dolor, cada vez que vemos nuevos niveles de nosotres mismes. Cada vez que dejamos entrar eso diferente. Dejando que nos transforme.

Y no hablo de sadomasoquismo (aunque bien puede ser una actividad atrayente para un Venus-Plutón). Hablo del dolor inevitable de encontrarnos, de estar en la profunda intensidad de la relación. Y, justo ahí, renacer otres, y otres, y otres. La relación como el espacio que, una y otra vez, nos obliga un cambio de piel. Un desgarro en el cual flores florecen.

Venus-Plutón en el cielo

Cada vez que Venus se encuentra con Plutón en el cielo (aproximadamente 4 veces al año), algo de esta vivencia se hace perceptible en todos los cuerpos. Si bien aquelles con Venus-Plutón natal lo sentirán más intensamente, o aquelles a quienes el tránsito les cae justo sobre su Venus-Plutón, en estos momentos todes podemos tocar algo de esta información: algún conflicto, alguna confrontación, algún espacio sumamente incómodo en lo vincular, en la pareja. Un encuentro con la sombra, de une, del otre, o de la relación en sí. Las resistencias a este encuentro a flor de piel. Las reacciones. Y la posibilidad de asumir lo inevitable y hasta lo necesario de este encuentro. E incluso cabe la pregunta: puede esta relación ser un espacio fértil para el encuentro con la sombra? Porque solo entonces, podemos empezar a hablar de amor.

Pero sí, son días tensos muchas veces. Incómodos. Reactivos.

Que nos invitan a habitar nuevas transformaciones, que permiten nuevas dimensiones de la relación. Cada Venus-Plutón que la relación atraviesa, podemos estar segures de que hay un nivel más de profundidad. De que nos conocemos un poco más. Aunque muchas veces, en el terror de ver todo esto, solo nos salga escapar, u ocultarlo, hasta que el tránsito pase de largo. Pero si no, el encuentro con la sombra está ahí, jugoso de información para que nuestra relación de saltos cuánticos, a través de varias incomodidades.

Lo mismo cada vez que el Plutón en el cielo genera un aspecto duro con nuestro Venus natal (lo que ahora pueden estar sintiendo quienes tengan su Venus en los últimos grados de Aries, Cáncer, Libra o Capricornio).

Son momentos para que la bella y la bestia empiecen a danzar. En eso que se nos revela como sombra.

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