Venus En Leo
en la Carta Natal
Venus en Leo siente magnetismo hacia aquellas relaciones donde se manifiesta la irradiación. Esto se puede vivir básicamente de tres formas:
el hábito de grupie -quien siempre se enamora de una imagen inalcanzable, de quien brilla, sintiéndose siempre a su sombra
el hábito del galán -quien siempre enamora, poniendo en juego una autoimagen, pero sin dejarse ver realmente
un encuentro que potencie la irradiación conjunta de ambas partes del encuentro.
Imaginarán que el tercer caso prácticamente no sucede. El potencial de una irradiación compartida es una de las máximas bellezas de este Venus. La posibilidad de descubrir las relaciones como un viaje hacia la manifestación de lo genuino.
Pero lo más habitual es quedarse en alguno de los dos lados de la polaridad nombrada, en un juego de imágenes que siempre deja sabor a poco. Ya sea que me enamore de una imagen, o que enamore desde una imagen, algo queda incompleto. La imagen tarde o temprano se desilusiona, contrastada en la complejidad de lo real. Porque somos humanes, no imágenes. La imagen es siempre un recorte.
Si bien es cierto que enamorarnos siempre implica una instancia de fantasía. Es fundamental permanecer cuando la imagen se desilusiona, cuando veo o dejo ver eso que estaba por fuera de la admiración -mirar hacia arriba. Dejar de admirar o de pretender ser admiradxs, para poder mirarse. Entonces, en ese mirarse, nace el potencial de lo genuino. De dejarse ver así, desnudes. Y de honrar las desnudez del otre. No como imagen admirada, sino como territorio donde lo real puede aprender a irradiar.
Este es el viaje de todo Venus en Leo. De la relación con imágenes, a aprender a honrar al otre y a une misme en lo singular de cada relación. La relación como un espacio donde aprendemos a honrar lo que es, despegando imágenes.
Pero para que este viaje suceda, inevitablemente la relación con imágenes será una temática siempre que haya relación. No es algo que se pueda comprender mentalmente, sino en el mismo viaje del enamoramiento y al seducción, una y otra vez, algo va abriendo paso a este aprendizaje del honrar, que da paso a potenciar la irradiación genuina, propia y del vínculo.
Tránsito de Venus en Leo
Quiero verte a vos, a esx que realmente sos. Estoy cansado de las imágenes que me mostrás. Estoy cansado de que seas una figurita siempre igual. Quiero conocer eso que pulsa tu corazón. Ese que se deja entrever cuando algo distrajo tu mente, y tu pecho irradió ese brillo real.
Abrirnos al encuentro, dejando que la pasión con que miramos y con que nos miran sea el trampolín a irradiarnos con toda la potencia y belleza de nuestra singularidad.
Que esa mirada apasionada del amante te lleve a ver lo maravillosx que sos.
¡Y no solo de un amante afuera! ¿Podés ser vos mismx esa mirada que con pasión honra esx que estás siendo?
Y no hablo de falsas imágenes, de eso que mostramos para que nos admiren. Hablo de un honrar real. De un enamorarte de cada partícula que te compone.
Si algo vengo tocando últimamente, es que valorarnos es el primer paso indispensable para permitirnos disfrutar.
Venus en Leo es encontrarnos con ese valor que pulsa de nuestro existir singular y diferente, es valorarnos y, en ese valor, abrirnos a recibir el tremendo goce que el universo nos está ofreciendo todo el tiempo. Ese que casi nunca tomamos, porque creemos que no lo merecemos.
Hasta que una mirada de amor -propia o ajena-, nos permite reconocernos merecedores de todo el placer de esta existencia.
Una mirada de amor que atraviesa las imágenes que con tanto ahínco sostenemos para que nadie nos vea. Una que nos ve. Y que en ese vernos, nos abre a descubrir que no estamos tan mal como creemos. Que somos la misma fuerza del sol, lista para ser manifestada en nuestros caminos singulares.
Fiesta del encuentro cuando corazones desnudos se danzan. Agotamiento cuando todo es imagen falsa para que le otre compre.
¡Que nos abramos, pues, al encuentro de corazones desnudos! ¡Que el encuentro nos abra a ser esa magia que venimos a ser! Que nos permitamos gozar de toda esta posibilidad abierta que somos.
Y que las voces que te dicen que algo en vos está mal se vomiten en canciones desafinadas, mientras el corazón baila y ríe y celebra su existencia singular en cada encuentro.
Escrito por Wem Marcos Wertheimer, consultor e investigador astrológico
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