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En el Tantra entendemos la relación como un proceso en el cual flujos de vida circulan entre los cuerpos, con distintas intensidades. Estas intensidades marcan un pulso, como imanes que por momentos se magnetizan y por momentos se repelen. 

 

Al entrar en contacto, algo de afuera entra hacia adentro y algo de adentro sale hacia afuera. En el Tantra nos interesa recuperar una espontánea inocencia, en la cual poder habitarnos con todo lo que el encuentro va trayendo. Erotismo, agresión, tristeza, alegría, descanso… lo que sea.

 

Habitar no significa, sin embargo, actuar. Y actuar tampoco significa habitar. Por eso es interesante reconocer nuestras tendencias a la carga o a la descarga en el proceso relacional.

 

Tender a la carga significa el hábito de acumular en el interior las intensidades, sin dejarlas circular hacia el afuera. Por distintos mandatos que dicen que no está bien sentir o expresar ciertas cosas, éstas van quedando estancadas en el cuerpo. 

 

El exceso de carga va generando una sensación de cada vez mayor ensimismamiento. Algo se cierra cada vez más a medida que se sigue desvitalizando -la vitalidad siempre acontece en lo que circula.

 

Del otro lado del juego está el hábito a la constante descarga. El hábito de sacar todo para afuera ni bien entra en el cuerpo, la incapacidad en el contener y habitar en el circular interior de la experiencia. Este hábito nos vuelve muy reactivxs y nos aleja de igual manera de la riqueza de la experiencia.

 

La espontaneidad de la relación se da en un equilibrio entre habitar las circulaciones de las intensidades en el interior, y su expresión en el momento “justo” (siendo “justo” una variable en constante transformación, emergiendo siempre en la escucha presente del proceso vincular).

 

Para ir recuperando esta espontaneidad necesitamos reconocer nuestra tendencia, sea a la carga o la descarga. Reconocer lo desvitalizante del exceso de carga, y lo descontactante del exceso de descarga. Para, con amorosidad, comenzar también el aprendizaje del otro aspecto. Quienes tienden a la carga, necesitan entrenar la posibilidad de la descarga -de nombrar y expresar aquello que está siendo contenido en el interior. Y quienes tienden a la descarga, necesitan entrenar la posibilidad de la carga -habitar las circulaciones de intensidades en el interior, aguardando para ponerlas afuera.

 

Ambos entrenamientos suelen requerir un contexto inocente capaz de contenernos en el saber que, ante todo, somos criaturas aprendiendo.

Escrito por Wem Marcos Wertheimer, consultor e investigador astrológico

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