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Riesgo. Riesgo. Riesgo. “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Gran riesgo. ¿Entonces el Tantra, el camino del corazón abierto, era lo mismo que el cristianismo?

¡NO! Definitivamente no. El imperativo de amar, el amar como mandato, es una de las experiencias que más cierran el corazón. Da lugar a toda la perversión del altruismo. 

No, no se trata de amar como imperativo. 

Se trata de un desarrollo genuino del interés por la otredad en su diferencia y por el acontecer vincular que siempre es un encuentro de un Yo y un Vos. No una negación del Yo en pos del Vos -que acaba, paradójicamente, en una gran exaltación del Yo como salvador, como generoso, como persona del Bien.

Nada de todo eso.

Sino un reconocernos partícipes de una misma humanidad. Todxs transitando juntxs las mismas mierdas y los mismos éxtasis. Todxs aprendiendo juntxs de qué se trata esto de existir. Todxs no sabiendo juntxs. Ante todo, no sabiendo juntxs. No teniendo ni la menor idea.

Este asumirnos profundamente ignorantes de cómo es relacionarnos es nuestro Camino. Nuestra posibilidad de ir generando contextos donde encontrarnos. Con torpeza. Con inocencia. Con dolor. Con todo, todo lo que somos.

Nadie te obliga a amar a nadie.

Solo que en el Tantra tenemos la sensación, basada en miles y miles de años de práctica, de que la principal causa de sufrimiento es una: el sentirnos separadxs. 

Y que nada colma más el corazón que un encuentro abierto, honesto, vivo, donde todo lo que somos se puede encontrar con todo lo que le otrx es. Ahí, en esa desnudez compartida, está la máxima plenitud. En este encuentro de diferencias abiertas, conscientes, torpes, inocentes, aprendiendo juntas a encontrarse.

No es el imperativo de amar, sino la consciencia de que el encuentro amoroso es la Fiesta más placentera que podemos vivenciar.

Nunca como ideal, porque el ideal es uno de los grandes asesinos del amor. 

El amor solo puede ser cuando no hay ideal, cuando hay reconocimiento desnudo de todo lo que estamos siendo justo ahora. Con nuestras reacciones, nuestras resistencias, con todo.

De hecho, todo nuestro viaje se basa en una premisa que nos sirve de brújula en cada acontecer:

nuestro sufrimiento está dado por no estar en contacto,

y el contacto, sea como sea, sea en la tristeza, en el amor, en la furia, en lo que sea, 

siempre es plenitud.

Escrito por Wem Marcos Wertheimer, consultor e investigador astrológico

Y te invitamos a conocer más sobre el próximo retiro de Tantra donde profundizaremos en la relación vincular haciendo click acá. 

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