Autómatas, repetimos una y otra vez la misma coreografía sexual. No estamos segurxs de que nos guste, algo en el fondo se siente vacío. Pero simplemente hacemos lo mismo, y lo mismo, y lo mismo.
El automatismo es la repetición ciega e incesante de la pauta cultural inscripta en nuestros cuerpos. Sin cuestionamiento. Sin creer siquiera que algo pueda ser diferente.
Sea el patrón represivo, el patrón de la superficialidad, del sexo como material de consumo, del egostismo sexual -el encuentro sexual como reafirmación del Yo-, o de la objetivización del cuerpo y del otrx. Todos patrones que vienen viajando en los cuerpos, y rara vez son cuestionados.
No me refiero a un cuestionamiento mental, que afortunadamente abundan. Pero no alcanzan. Cuando empezamos a reconocer desde la inteligencia que algo en esto no nos llena, puede empezar a haber un movimiento. Tal vez nos pongamos a leer más al respecto, tal vez comencemos a comprender las distintas construcciones que los últimos milenios de patriarcado han inscripto en el cuerpo. Pero esto es apenas la punta del iceberg.
Transformar huellas corporales requiere un profundo compromiso con reconocerlas y habitarlas. Cuando comienza a emerger el patrón, poder sentir en el cuerpo todo el movimiento de la energía que este implica. Por ejemplo, si la coreografía incluye la represión, poder sentir a fondo el proceso represivo del organismo en relación a ese otrx con quien me estoy encontrando. Reconocer en esa represión la propia historia. Pero no solo la propia historia: la historia humana, los últimos dos mil años de puro látigo, hoguera, infiernos para nuestro sagrado erotismo.
Hasta que la ciencia reemplaza a la iglesia. Pero el sexo sigue sin ser sacro. De pecado pasa a ser objeto de consumo. Sexo banalizado, sexo rápido, sexo desprovisto de toda sacralidad, de toda profundidad, de todo misterio. Y esto tampoco nos sacia. Nos creemos muy libres, pero estamos profundamente sometidos a una percepción que des-sacraliza la existencia, que la desprovee de su misterio vibrante.
El proceso de individuación sexual -tomando el término proceso de individuación de Jung-, remite a la riesgosa aventura de descomprimir en el cuerpo las pautas heredadas, y abrirse paso al pulso singular del placer y del erotismo en cada quién. ¿Por qué lo sentimos tan riesgoso?
Es que en el fondo, tal vez sin darnos cuenta, la repetición trae inscripta un profundo anhelo de previsibilidad. En la superficial repetición de una misma coreografía, podemos imaginar cierto control sobre los resultados. Pero a medida que vamos habilitando el recorrido singular del placer en los cuerpos, la apertura en el misterio erótico que nos teje, el encuentro sexual se vuelve un constante movimiento en la incertidumbre. No sabemos si el erotismo nos llevará inmediatamente al coito o a la represión, sino que se vuelve simplemente la fuerza que nos une -y nos transforma.
El proceso de individuación sexual, el camino de ir desandando la cultura en el cuerpo y habilitando nuevos recorridos en los bosques sin sendero, es un riesgo para todas las construcciones que tenemos acerca de lo que somos.
Porque el encuentro sexual, en última instancia, es abrirnos a un encuentro profundo con un otrx, donde inevitablemente nos vamos a transformar. Encuentro sexual que a veces puede ser una mirada, una caricia, una conversación, un jugar juntxs, un llorar juntxs… y sí, también puede ser coito y genitalidad. Sea como sea, se trata de dejarnos tocar por el encuentro, trayendo nuestra singularidad entera, cada parte que somos, y dejando que entre en una danza con la singularidad plena del otrx, saliendo ambxs transformadxs.
El encuentro trae consigo la posibilidad de liberar el potencial previo que cada cuerpo trae. Pero para esto necesitamos entrar en él abiertxs a que el contacto nos transforme.
Así, le autómata comienza su viaje de devenir Danzante -cuerpo abierto en la constante danza de flujos, fuerzas e intensidades que la vida nos propone… flujos, fuerzas e intensidades que somos.
Escrito por Wem Marcos Wertheimer, director de Casa Volcán
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Les contamos que el jueves 17 de febrero estaremos compartiendo una charla gratuita vía Zoom: Las dos grandes heridas sexuales de nuestro tiempo: banalización y ausencia de otredad
Yyyy que están abiertas las inscripciones del entrenamiento tántrico, programa de auto-conocimiento, aprendizaje vincular y profunda transformación de nuestro modo de percibir, re-tejiéndonos hacia un humano pleno y ecológico.
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