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El otro día, en el círculo de varones, surgía lo siguiente:
C. (los nombres son inventados, cabe aclarar), vive su vida alrededor de la competitividad. En su trabajo, compite para ser el mejor vendedor. Sale, y sigue a puro deportes, donde sigue compitiendo.

D., en cambio, es músico y meditador. Vive siempre en los mundos sensibles. La competencia, la agresividad, no son una opción.

¿Adiviná qué piden sus parejas?

A C., su pareja le pide que se ponga las pilas con su dulzura. Que empiece clases de baile. Que pueda acercarse con más amorosidad -claro, es una especie de simio en celo en la cama.

Qué failongo sería que a D.le pidan lo mismo. Pero no, a D. le andan pidiendo que coja full power rock and roll, que sea mucho más salvaje, sacado, agresivo.

Ya fue, que se hagan swingers y cambien sus parejas, decíamos…
pero no, no funciona así.

El viaje que venimos proponiendo es justo ese:
la relación nunca está ahí para hacerte las cosas fáciles,
para confirmar tu ego.

Cada relación llega a tu vida a traerte un aprendizaje justo.

Una posibilidad de descubrir esa parte tuya que estás negando
y empezar a recuperarla.

Y esto no es de un día para el otro. Y la mayoría de las veces tampoco es tan agradable. ¡Ah! Y tampoco tenemos idea de cómo hacerlo.

Pero sí hay dos caminos:
podés rechazar ese aprendizaje, quejarte de tu pareja o de tus amigxs o del kiosquero de la esquina, sentir que todo está en tu contra.

O podés tomarlo. Recibir eso que tus relaciones te están mostrando. Aunque no tengas ni idea de cómo moverte hacia esa transformación. Aunque te de terror. Aunque se apriete la panza, se maree el cuerpo, se sienta un vértigo abierto.

Y bueno, tampoco es tan blanco y negro, ¿vio? Un poco de resistencias, y un poco de tomar el coraje y decir ya fue, me abro a que este vínculo me destruya y me transforme. Respirar profundo y, entre el miedo y el valor, abrir el corazón -único lugar donde la alquimia puede suceder.

O sea, sí, era una pregunta capciosa, de si cambiaban sus parejas… o se abrían al camino más difícil, profundo, terrible y hermoso: empezar a transformarse a sí mismxs en el pulso de sus relaciones.

Si sos de quienes están con ganas de descubrir esta nueva posibilidad vincular
donde cada relación está ahí para transformarte.

Te invito a sumarte a la jornada intensiva del 8, 9 y 10 de julio en CABA.
Los cupos son reducidos. El laburo es profundo y transformador.

¿Qué onda? ¿Estás para aventurarte en vos mismx y en tu existencia vincular?

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