fbpx

Nuestro modo de percibir es inevitablemente dual:
Podemos decir qué es el día solo por contraste con la noche,
podemos decir qué es la vida solo por contraste con la muerte.

Sin contrastes no hay percepción.

El problema empieza cuando aparecen las preferencias.

Una cosa es asumir que hay día y noche. Pero en el momento en que preferís el día a la noche, o la noche al día, ¡vas a pasar la mitad del tiempo en conflicto con lo que está siendo!

Y esto vale también para tus momentos internos más solares y más lunares.

Cuando preferimos un polo, anulamos el opuesto. Lo negamos, lo rechazamos o lo proyectamos.
Comenzamos a creer que hay aspectos de nuestra existencia que están bien, y otros que están mal.
Que hay una parte nuestra que es un error. Que debería dejar de existir.
¿Te suena? Porque yo no lo paro de escuchar. De miles de formas se nos filtra la creencia de que ciertos aspectos en nosotrxs deberían ser distintos de lo que son. Ganas de ser mejor persona, lo llamamos.

El tema es que, de este modo, vivimos en constante conflicto con quien en verdad somos. En estado de desacuerdo interior.

A veces nos identificamos con los aspectos que consideramos positivos y a veces con los aspectos que consideramos negativos, con uno más seguido que con otro, pero nunca cuestionamos la existencia de aspectos positivos y de aspectos negativos.

El Tantra dice que para vivirnos plenamente necesitamos integrar estos aspectos polarizados de nuestra existencia. Abrirnos a fluir espontáneamente de uno a otro, en contacto con el requerimiento de cada instante.

Para esto, necesitamos comprender que no hay aspectos positivos y negativos: somos este complejo y delicioso entramado de aspectos aparentemente contradictorios.
Que, en verdad, son simplemente movimientos polares vitales.

¡Peligro! Rápidamente podemos generar una nueva polaridad, entre lo dual y lo no-dual. Qué criaturas maravillosamente duales que somos. Pero no, corazón, no hay un lugar no-dual al que llegar. Así, con todas tus dualidades marcadas en la carne, sos absolutamente maravillosx.

El proceso de integración nunca se acaba. La vida es este inacabable proceso de integración.

Nuestra única propuesta es que este estado de preferencia no suceda ciegamente.
Descubrirnos cuando estamos prefiriendo una de nuestras partes por sobre otra, cuando estamos rechazando uno de nuestros lados… y cuestionarnos ese rechazo, descubriendo qué pasa si también lo invitamos a danzar la danza de nuestra existencia.

×