fbpx

Capítulo 1 – El antagonismo

Hijx hippie considera a xadre empresarix el mal, y viceversa.
Pueden tener discusiones del estilo:
—Pero, ¿qué te pensás, que te voy a sostener toda la vida?
—Tranqui pa, tenés que relajar un poco más, te va a hacer mal tanto estrés.
—Si, ¿pero quién te creés que paga tu relajación?
—Chill pa, está todo bien.

Y bueno, así podría seguir ad eternum.

En este primer estadio, cada quien simplemente defiende su lado del juego, negando y rechazando el otro lado. Y suponiendo que estos lados no tienen nada que ver entre sí.

Capítulo 2 – El reconocimiento

Una mañana, de pronto, hijx hippie cae en la cuentea de que es cierto: para seguir siendo hijx hippie, necesita sí o sí de xadre empresarix.
Y, tal vez la misma mañana, vieron cómo son estas cosas, xadre empresarix reconoce que, sin hijx hippie, su vida sería un total embole.
Todavía no se dicen nada entre sí, la discusión de arriba sigue intacta. Pero algo empieza a cambiar en su interior…

Este reconocimiento puede tardar años, décadas, o vidas. La mayoría de lxs humanitxs viven toda su vida en estado de antagonismo. Y así estamos como estamos.

En este capítulo, todavía el otro polo es algo externo, ajeno. Pero ya se empieza a palpar la inevitabilidad del encuentro entre estos polos, la mutua implicancia.

Capítulo 3 – La alquimia interior

Xadre empresarix empieza a sentir que le falta algo a su vida. Está cansado de vivir solo para el dinero. Entonces, se acerca tímidamente a su hijx, y le dice: «¿me recomendarías un profe de guitarra?».

Al mismo tiempo, hijx hippie está cansado de tocar la guitarra solo dentro de su habitación: quiere sacar un disco. Tímidamente, se acerca a xadre empresarix, para pedirle un consejo de cómo tener la disciplina y la estructura que un disco requiere.

Ya es evidente: somos también esx que creíamos externo. Todavía es incómodo, sí. Pero ya no es el mismísimo mal encarnado, y totalmente proyectado. Empezamos a reconocer que hay cualidades necesarias en ese otro polo que debemos desarrollar si queremos continuar nuestro proceso de maduración.

Es un acercamiento torpe y tímido al otro lado, sintiendo aún los niveles que separan, pero palpando un poco más lo que une. Las defensas empiezan a ceder, el cuerpo empieza a hacer espacio.

Capítulo 4 – La alquimia vincular

—Hijx, mirá la canción de Los Beatles que me aprendí!
—¡Me encanta! ¿Te gustaría tocarla en la presentación de mi disco? No importa que no seas Lennon, pero lo siento un modo de valorar el camino que recorrimos juntxs.
—Me da terrible cagazo… pero dale, vamos.

Al mismo tiempo: otra cosa…
—Empezá vos, hijx.
—Estoy pensando que quiero darle una vuelta a mi vínculo con la música y… ¿te gustaría que abramos juntxs una productora?
—¡Te estaba por decir lo mismo!

Ahora son xadre e hijx hippie-empresarixs.

Acá el cuerpo está totalmente disponible al ciclar de la vida entre estos dos polos de lo estructurante y lo cambiante, cualidades presentes en toda la naturaleza. Moverse, sin preferencias, de un lado a otro. Reconociendo que estas partes son simplemente momentos de un mismo proceso. Como el día que le sigue a la noche y la noche que le sigue al día.

Aclaración: este proceso no se da de forma lineal. No es que voy avanzando escaloncito por escaloncito hasta que plaf, llega la integración. Este proceso es un lento devenir que sucede a lo largo de toda nuestra vida, con momentos de mayor integración-disponibilidad, y momentos de mayor defensa-antagonismo-rigidez. Este proceso nunca se termina.

Por otro lado, esto no necesariamente se da. Es responsabilidad de cada quién darse cuenta o no del proceso alquímico que la experiencia o la relación están proponiendo.

Podés quedarte proyectando siempre el otro lado afuera, sosteniendo tu verdad, y aportando a la guerra inacabable de la humanidad.
O podés empezar a reconocerte ahí, en cada otrx, entendiendo que tu verdad es simplemente una verdad, tan válida como la del otrx. Y, entonces, ir aprendiendo a escuchar con la mente y el corazón abiertos, lo que cada diferencia puede aportar a tu despliegue.

Asumiendo que siempre nos estamos encontrando con las personas justas para acompañar el momento de maduración vital en el que estamos.

×