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El Tantra es un camino que siempre se interesó por la vincularidad humana. Partiendo de la base de que es, ante todo, un gran misterio.

El camino de Alquimia Vincular es la comprensión profunda de que somos criaturas vinculares y que es en relación que nos experimentamos, nos aprendemos y nos transformamos.

Este camino tiene 3 claves fundamentales, que transforman nuestras relaciones en nuestro camino espiritual. A continuación te contamos cuáles son.

1- La inocencia primordial

El primer paso para nuestro camino de alquimia vincular es asumir que somos absolutamente ignorantes en cuanto a nuestra vincularidad. Es empezar a descreer de cualquier idea, ideal y creencia que tengamos en relación a qué es vincularse, a cómo nos vinculamos. A cómo vivimos el amor, el erotismo, el deseo, la agresividad.

No saber, como punto de partida para comenzar a explorar. Sin puntos de referencia.
Como criaturas inocentes, con absoluta curiosidad, explorar todos los matices que componen nuestra vincularidad.

Muchas veces creemos que tendríamos que ser como tal o cual ideal.
La invitación es a desconfiar de esas construcciones, para entrar en contacto con lo que es. Así como esté siendo, a cada momento.

Explorar con pasión todo lo que vamos sintiendo. Sin pretender modificarlo.
Y explorar las acciones que se desencadenan de esas emociones, descondicionándolas también de sus caminos preestablecidos.

En general, suponemos que al sentir deseo, ya tenemos que estar haciendo algo específico al respecto. O lo mismo con la agresividad, con la ternura, con el rechazo, o con lo que sea.

Pero la inocencia primordial que proponemos en el Tantra nos permite conectar con la emoción y simplemente sentirla, sin tener una acción prefijada para operar al respecto. Solo entonces, podemos empezar a movernos con autenticidad en nuestra vincularidad, dejando de ser movidxs ciegamente por las reacciones, y comenzando a explorarlas.

Pero en el camino, muchas veces, nos perdemos en las reacciones. La inocencia primordial también nos invita a observar con inocencia el patrón reactivo, incluso cuando nos perdemos en él.
Vivirlo, sin defenderlo, y sin rechazarlo. Con total y absoluta curiosidad.

Cada emoción y cada reacción de nuestra vincularidad puede ser explorada.
Descreyendo nuestras ideas sobre lo relacional
y abriéndonos a lo que lo real del momento nos revela.

 

2- La confianza primordial

El segundo elemento en el camino de alquimia vincular es la confianza. Confiar en el flujo de nuestras relaciones, así como es.
Confiar en que, si estoy viviendo tal y cual relación, tiene un sentido.

Se trata de un salto de fe al cual el Tantra nos arroja: dejar de creer que el mundo está en nuestra contra, y empezar a sentir que está a nuestro favor. Que cada relación, así como se nos presenta, es una oportunidad de aprendizaje.

Pero cuidado. No nos apresuremos a sacar conclusiones. No hace falta saber de antemano qué aprendizaje trae. El aprendizaje surge solo cuando nos permitimos habitar la relación con total presencia.

No es un aprendizaje mental. Una deducción. Es un aprendizaje vivencial. Es eso que vamos descubriendo al darnos el espacio para vivir profundamente el proceso relacional.

Sabiendo, además, que todo aprendizaje siempre es provisorio. Y que, en la medida en que sigamos desconfiamos de él, lo real se seguirá revelando cada vez.

Esta confianza nos permite un estado de apertura en cada relación.

Y esto trae otros posibles malentendidos: aprendizaje también puede ser aprender a expresar agresividad, a irnos de una relación. Y también puede ser a permanecer en lo incómodo.

No hay una receta. Solo hay lo que lo presente de cada momento va revelando.

3- El compromiso implacable con lo real

De alguna forma, las dos claves anteriores habilitan esta tercera.
El camino de alquimia vincular requiere un compromiso implacable con lo real.

Aunque muchas veces se crea que el Tantra está únicamente ligado con el placer, esto es falso. El Tantra se trata, fundamentalmente, del contacto profundo con lo real. Cuando duele, cuando placer. En cada paso del camino.

Para esto necesitamos ir desenmascarando todas nuestras creencias e ideales
para que solo resplandezca eso que está siendo.

Aunque no coincida con todo lo que imagino que debería ser.

Y lo que está siendo es siempre la totalidad de lo que está siendo, incluyendo todo lo que sentimos en eso que está siendo, todas las resistencias, todas las reacciones. No se trata de fingir una aceptación donde no la hay. Se trata, siempre, de reconocer la totalidad del evento. Con cada una de las partes que lo compone. Asumiendo totalmente nuestro lado. Y abriendo un espacio de escucha inocente hacia los otros lados.

 

Solo apoyándonos en estas 3 claves podemos explorar un camino de alquimia vincular profundo y genuino.
Y no, no es fácil.
Es como chupar una daga con miel: en el mismo gesto descubrimos el dolor y la dulzura.
Estamos llenxs de patrones y de heridas. En lugar de fingir demencia, el camino de alquimia vincular que el Tantra ofrece es el de mirar de lleno esos patrones, sentir profundamente estas heridas.

Y confiar profundamente en que lo real siempre nos está revelando el Camino. Un Camino sin metas. Porque la única meta es justamente esa: lo real de cada paso, pulsando en nuestros corazones vibrantes, en nuestras mentes inocentes, en nuestros cuerpos enraizados en lo real.

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