Abrir nuestros sentidos a la vida
por Wem Marcos Wertheimer
«Lo sagrado es un perfume, un sutil aroma
disponible a cada instante.»
Siguen varios planetas circulando por Piscis después de la última Luna Nueva en este signo, y nos siguen llevando a asumir la necesidad de un estado más receptivo y sensible.
¿Y qué nos pasa cuando nos abrimos a la receptividad?
Asumir lo receptivo suele ser muy incómodo para nuestra mente patriarcal. Nuestra crianza impone lo exteriorizante como la medida del éxito, la fuerza y el poder como la medida de supervivencia. El temita este de “la supervivencia del más apto”, donde apto se transforma en sinónimo de poder. Reconocer nuestra necesidad receptiva, abrir nuestras células a recibir la vida en el presente, que es una de las bases del Tantra, se torna absolutamente incómodo. Nos obliga a soltar el control, a soltar el anhelo de hiperproductividad y de poder sobre nosotrxs mismxs, otrxs o la vida.
En última instancia, creemos que si habitamos más lo receptivo puede que no sobrevivamos en un mundo tan regido por la competencia. Ahora, ese poder necesario para ser competitivo en este mundo y poder sobrevivir, según esta creencia patriarcal, muchas veces necesita relegar la sensibilidad y el disfrute. Y dejamos de lado también lo sagrado.
La gran propuesta del Tantra que revoluciona absolutamente todo nuestro modelo patriarcal-racionalista es la de que absolutamente todo es sagrado. Pero no ese sagrado que nos contaron, desconectado del cuerpo, del placer, de lo vivo. Es lo sagrado de las células erizándose en el contacto. Lo sagrado del goce profundo de caminar, de cantar, de danzar. Lo sagrado del estado receptivo.
Todo es sagrado, dice el Tantra. Pero tenemos una mirada desacralizada. Aprendimos a ver todo como puro caos, azar, o puros números, palabras. No sabemos oler ese perfume que se esconde detrás de cada acontecimiento, detrás de cada ente.
Abrir nuestros sentidos a la vida
Para reconectar con este pulso sagrado, necesitamos redescubrir nuestra receptividad. Bajar las barreras y dejar que la vida entre. Dejar que el otrx entre. Dejar que nos penetre, le otrx y la vida. Relajarnos cada vez más, dejar que nos penetre cada vez más. Descubrir la información que el océano ahora te está revelando. Dejar que entren los sonidos, los colores, las formas, los sabores, los olores, los contactos. Como cascadas que van llegando al centro de tu pecho. Y simplemente “escuchar” con todos tus sentidos lo que este instante te está susurrando. Ahí está tu verdad más profunda del instante. No una construcción mental, no un anhelo basado en tu separatividad. Tu verdad late en consonancia con todo el instante, cada elemento presente te la está susurrando -o gritando. Ahí está tu camino, ese nunca antes transitado, ese que es único tuyo. El mapa de tu vida está siempre en el presente, solo necesitás abrir tus sentidos para descubrirlo.
Te invitamos a darte los próximos minutos para simplemente dejar que tus sentidos se vayan abriendo. Escuchá los sonidos. Dejá que entren. Simplemente dejá que la sinfonía de lo vivo te penetre. Sin entenderla o ubicarla. Solo dejarla entrar. ¿Cómo es dejar que todos los sonidos entren, sin jerarquías ni preferencias? ¿Escuchás ese sonido que siempre está?
Ahora probá con la mirada. Dejá que se pierda un poco el foco. Que los colores sean solo colores, los movimientos movimientos. Retirá las etiquetas y dejá simplemente que todo lo que entra a través de tus ojos te penetre. Cómo es una mirada receptiva. No busques nada, no te enfoques en nada. Simplemente abrite desde tu mirada a recibir.
Repetí lo mismo con el olfato, ese sentido tan olvidado. Procurate algún aroma que te guste, el de una lavanda, un jazmín, el de unas tostadas, lo que sea. Y dejalo entrar. Inhalá profundo y dejá que entre. ¿Qué sentís al ser invadidx por un aroma?
Ahora es el turno del gusto. Date el gusto de regalarte algo que te encante, un chocolate, un helado, una frutilla, lo que sea. Y permitie saborearlo. Que tus papilas gustativas reciban la totalidad del sabor. Dejá que te penetre. ¿Qué registrás mientras te penetran lso sabores?
Y, por último, el tacto. Tocá tu piel. No te muevas mucho. Enfocate principalmente en sentir tu piel, tus poros abriéndose al contacto. En cualquier zona de tu cuerpo. ¿Qué sucede cuando te permitís recibir este contacto?
La presencia plena y receptiva en cualquiera de tus sentidos es una puerta para establecer un contacto profundo con el corazón de lo vivo. Pero también pueden aparecer todas las resistencias antes nombradas, todos los miedos que tenemos a la presencia, cuando asociamos receptividad con debilidad, o simplemente cuando nos resistimos a disolvernos en el instante.
¿Cómo te fue a vos con estas prácticas? ¿Notás que en algún sentido te es más orgánica la presencia? ¿Aparecieron pensamientos? ¿Cuáles? ¿Y sensaciones?
¿De qué te das cuenta al estar plenamente presente y receptivo en cada uno de tus sentidos?
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