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Ante el miedo no sos el adulto que creés ser, racional,

ante el miedo sos simplemente un mamífero aterrado.

Y un mamífero aterrado tiene solo 3 opciones: congelarse, huir o luchar.

 

Todos estos son mecanismos que la vida viene desarrollando hace millones de años para asegurarse su supervivencia.

O sea: son mecanismos efectivos. 

Mecanismos que viven en lo profundo de nuestras células. 

Y que, cuando sentimos que nuestra vida está en riesgo, simplemente se activan.

 

Sentimos que nuestra vida está en riesgo cada vez que tememos

ser abandonadxs

ser rechazadxs

ser humilladxs

porque de pequeñxs realmente nuestra vida estaba en riesgo

si mamá o papá no estaba para nutrirnos

para protegernos

para abrazarnos.

 

Mamífero aterrado, entonces, simplemente reacciona. Congelándose, huyendo, o luchando.

 

Muchas veces, cuando estamos con miedo, intentamos intelectualizarlo,

intentamos comprenderlo,

intentamos “bajar un cambio”,

intentamos darle la vuelta desde la razón.

 

Pero el miedo no está en la cabeza:

el miedo está en la panza.

El miedo, cuando estamos ahí, sintiéndolo,

cuando nuestro cuerpo está en shock,

solo tiene un modo de ser acompañado: sintiéndose contenido.

 

Y el miedo no se siente contenido cuando es comprendido

no se siente comprendido cuando es entendido,

el miedo solo se siente contenido

en la tibieza de un abrazo,

en la calidez de un “te entiendo”. 

No un “te entiendo, estás acá por esto y aquello”, sino

simplemente

“te entiendo

te recibo

así como sos”.

 

Tantas veces estamos con miedo

y ni nos damos cuenta

y creemos que es que algo está mal en nosotrxs

y reaccionamos ciegamente.

 

Pero nada está mal en nosotrxs. Al contrario:

somos especialistas en sobrevivir

congelándonos, huyendo o luchando.

 

Entonces, cuando nos encontremos ahí

congelándonos, huyendo o luchando,

en lugar de querer intelectualizarlo

o hacer algo distinto

simplemente

reconozcámonos

criatura aterrada

y descubramos qué podemos hacer

-o dejar de hacer-

para que esta criatura

aterrada

se sienta contenida.

Escrito por Wem Marcos Wertheimer, consultor e investigador astrológico

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