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Facilitar Tantra es, primero que nada, una experiencia vincular.

Cuando acompaño, me traigo desde todo lo que estoy siendo en esta relación que estamos estableciendo y, al mismo tiempo, vacío de mis contenidos previos.

Me habilito como cuerpo en total escucha del acontecimiento vincular que estamos co-creando. Listo para no saber la danza relacional que estaremos danzando.

En este no saber juntxs, voy proponiendo un espacio de confianza donde podemos traer eso que vaya sucediendo. Reconociendo cómo, desde mi lugar de acompañante y co-partícipe de la relación, voy a ir descubriendo junto a le otrx caminos que permitan reestablecer circuitos vinculares que pueden estar en cortocircuito.

Nuestra tendencia natural es al contacto pleno. ¿Qué cortocircuitos lo impiden?

En este encuentro, somos dos existencias no sabiendo juntas. Dos existencias rotas, incompletas, ignorantes. Cada quién en su fragilidad y su belleza de criatura incierta.

A veces es muy importante nombrar nuestras captaciones como acompañantes. Pero son siempre posibilidades, sugerencias, para ver si hacen sentido del otro lado.

A la hora de acompañar, no hay nada que esté “bien” ni “mal”. Pero sí hay cosas que pueden acompañar a la actualización de los posibles contactos, y cosas que pueden acompañar a reforzar los mecanismos evitadores del contacto. No pasa por bien y mal, pasa por ¿apoya a que esta persona pueda generar un contacto ahora? O esto apoya a que esta persona refuerce sus mecanismos de desconexión.

Simplemente estamos aprendiendo. Acompañante, acompañadxs, criaturitas aprendiendo. Partimos de una inocencia, una ignorancia que nos une. Simplemente estamos acá, aprendiendo, como todxs… un arte muy sutil y complejo que es acompañar. Y otro arte muy sutil y complejo que es vincularse en general; arte muy sutil y complejo que es lo mismo que existir.

Un ejemplo:

Hace unos días, estaba acompañando a alguien que me empezó a contar sobre muchas cosas que había hecho en su jardín, cosas que para ella significaban un gran progreso en su proceso de mucha ansiedad y mente.

Yo escuché en silencio, y permanecí en silencio. Ella pidió que diga algo. Yo le nombré que tenía la sensación como si estuviera esperando una aprobación o felicitación de mi parte. Efectivamente, era así. Eso nos permitió sumergirnos en el acontecimiento vincular que estaba sucediendo, en el cual ella necesitaba sentirse reconocida.

Esto, naturalmente, tenía que ver con toda su vida. Abordando el acontecimiento vincular presente, sesión tras sesión, algo en ella va aprendiendo a reconocerse por sí misma. Yo, del otro lado de la relación, voy aprendiendo un equilibrio con ella, entre sonreír ante sus logros, pero no quedándome enganchado solo en esa proyección que cae sobre mí. Es decir, en el no saber juntxs de una relación que se organiza como “paterna”, vamos descubriendo nuevos caminos que nos traen vitalidad a la relación.

De estos hay miles. Acompaño muchas personas desde esta perspectiva, y es muy conmovedor y vitalizante ver todo aquello que va sucediendo en el aprendizaje vincular compartido de cada encuentro de acompañamiento.

¿Qué es vaciarse para estar al servicio? Poder pasar al fondo la historia personal para estar despiertx en el acontecer del campo. En ese estar despiertx en el acontecer del campo hay un foco: ¿qué apoya ahora a que este cuerpo que estoy acompañando pueda devolverse el contacto? Y eso es intenso.

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