Crianzas Astrológicas
Cada niñe que llega al mundo es una semilla de una existencia única e irrepetible. Un instante que se hace cuerpo, y viene a afinarse con la sinfonía de la existencia, aportando su melodía singular.
Durante muchísimo tiempo, la función de la educación fue la de intentar hacer de toda esta infinita variedad de semillas una misma planta, para obtener los mismos frutos, funcionales a un sistema que se sostiene en la hiperproducción y el hiperconsumo. Para esto es indispensable pulir las diferencias, recortar alas, aniquilar imaginaciones. Inhibir esa melodía, para seguir con la música gris y monocorde necesaria para mantenernos enjauladxs.
Introducir la Astrología en la crianza representa una transformación necesaria. Significa tomar consciencia de ese pulso sagrado y único que cada existencia singular viene a aportar a la existencia colectiva. Significa reconocernos danzarines de una misma danza, donde cada diferencia es un regalo que, en la relación con cada otra diferencia, permite la creación.
Ofrecemos, desde lo más profundo de nuestro pecho, un espacio donde acompañar amorosamente esta transformación. Reconociendo que no existe la familia ideal ni la crianza ideal. Sino un entramado vivo aprendiendo a vivirse en relación, a acompañarse en sus intensidades. La crianza astrológica es también en el amor y la comprensión de nuestras limitaciones. De que muchas veces las reacciones nos pasan por encima. Y no se trata de reprimir nuestras reacciones: se trata de ir observándolas, acompañándonos amorosamente cada vez que emergen. Es en ese mismo acompañamiento amoroso donde el cambio puede irse manifestando.
La Astrología nos ofrece un mapa donde descansar. Al reconocer en ese espejo que es la Carta Natal y sus tránsitos ciertas cualidades del despliegue de esa singularidad, podemos ir desarrollando más apertura y receptividad para acompañar esa singularidad, con todos los desafíos que eso implique para nosotres. Y con todo el placer de ver cómo esa semilla va desarrollando sus potenciales. Con todo el amor que nos colma ver la infinita belleza y potencia creadora que hay cuando cada planta recibe los elementos más adecuados del entorno para su maduración.
Escrito por Wem Marcos Wertheimer, consultor e investigador astrológico
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