fbpx

Cuando el cuarto Chakra está cerrado, somos incapaces de percibir al otrx como unx legítimx otrx en su diferencia. 

En general, ni siquiera nos enteramos de que ese otrx está ahí, con sus necesidades y deseos. Somos incapaces de verle, de percibirlx. Mucho menos somos capaces de empatizar, de resonar. 

Quedamos perdidxs en nuestros propios dramas, sin encontrarles salida. Y cuanto más nos ensimismamos, menos vemos la salida. Porque la salida, muchas veces, está en la relación.

No la relación como escape a nuestro dolor, sino como espacio donde podemos abrirnos a otras perspectivas.

El ensimismamiento es posiblemente la gran enfermedad de nuestra generación. Tenemos más relación con la pantalla que con un otrx. Y la pantalla es un espacio donde siempre me plasmo a mí, donde la interacción es solo a partir de me gusta. Interracción sin corazón.

Desde adentro de casa, solo podemos dar vueltas alrededor de nosotrxs mismxs. Ensimismarnos es ir muriendo lentamente.  

Pero como de cuarto chakra se trata, todo el viaje consiste en empezar por amarnos también así, ensimismadxs. Con este gran temor que pusimos en el encuentro. Quedándonos en la falsa seguridad del aislamiento. 

Abrirnos a recibir a un otrx es transformarnos enterxs. Y ese es el temor que existe en un cuarto  chakra cerrado. Lo que no sabemos es que, si abriéramos el corazón en un encuentro, si nos  permitieramos vibrar en un contacto pleno, la transformación solo podría ser en dirección de la  plenitud.

Es que recibimos tanta violencia, que es lo único que imaginamos: al otrx como una amenaza. El cuarto chakra puede comenzar a abrirse en espacios propicios para ello, donde se va estableciendo una confianza, un saber que acá estamos siendo recibidxs. Justo como somos.

Incluso así, ensimismadxs. Ofreciéndonos la oportunidad de abrirnos a una otredad. A jugar, a reír, a llorar  junto a un otrx. Por ahí va la restitución del cuarto Chakra, del corazón herido.

Así, amorosamente, ir abriendo el corazón. Ir atreviéndonos a dejar entrar al otrx. Con miedo, claro. Pero la necesidad de encuentro es más fuerte.

De esto fundamentalmente se trata el Tantra: un corazón abriéndose a vibrar en todos los matices del  encuentro. Un corazón danzante, un corazón amante.  

Y esto es lo que estaremos haciendo en nuestro retiro de junio en Córdoba: un espacio donde encontrarnos, sentirnos, entramarnos, habilitando el encuentro genuino entre humanxs, con todo lo que implica ser humano.

Te invitamos a descubrir toda la info del retiro haciendo click acá

×