El individualismo avanza
sobre la confusión entre individualismo y libertad
Tenemos una confusión tremenda.
Esa persona es re genuina, re honesta, decimos.
Y realidad es solo alguien que se caga en lxs demás.
(Sí, Milei es el ejemplo perfecto).
La excusa es que es honesto. Pero no. Es alguien simplemente incapaz de sentir empatía. Y en esta confusión vivimos. Porque, de fondo, hay otra gran confusión: que lo colectivo se pone a la libertad individual.
Esa dualidad no tiene sustento. Pero la tenemos recnotra arraigada en la panza. Lo colectivo y lo individual como antagónicos.
Pero, ¿acaso no es obvio que no tenemos ninguna chance de sobrevivir en este mundo sin le otrx? ¿Acaso no es absolutamente palpable la red de relaciones que constituyen nuestra existencia, en cada momento?
Somos criaturas relacionales. El cosmos es relacional.
Pero la narrativa del individualismo cala hondo en nuestras entrañas. Creemos entonces que, excepto que nos enfoquemos en nuestra supervivencia individual, nos van a pasar por encima.
Pero esto no siempre fue así:
hay tribus y civilizaciones enteras que se enfocaron siempre en el buen-vivir comunitario
entendiendo que para que esto se de, la realización individual también es fundamental.
Y que para que la realización individual se de, participar de un entorno contenedor e inspirador es fundamental.
Y que la realización individual tiene mucho que ver con ofrendar nuestros dones, únicos y singulares, al tejido compartido.
O sea: no, no son opuestos, no son antagónicos. Lo individual y lo comunitario es inevitablemente complementario.
Hasta que no nos demos cuenta de eso, seguiremos sujetos a dialéticas entre izquierdas y derechas, que ya no tienen ningún sentido, porque se basan en el mismo supuesto dual.
El individualismo avanza. Causa mucho sufrimiento. Y tiene sentido, si lo opuesto es un supuesto “colectivo” que niega la individualidad. Son reacciones recíprocas que nunca se detienen a reconocer lo ilusorio de esa dualidad.
Yo me pregunto:
¿podemos aprender a crear tejidos de singularidades radiantes, constelaciones de estrellas, cada una con brillo propio, cocreando un sistema donde, en la convergencia de sus radiaciones singulares, se genera una plataforma de potencia colectiva para la creación de mundos?
Yo creo que sí. Lo vivo seguido, acá, en lo que hacemos en la escuela. Con los roces y olvidos inevitables de estar transicionando. Pero con el intento firme en la dirección de una cocreación no-dual, donde lo individual danza en función de lo compartido.
Frenar el individualismo no es predicar lo comunitario como ser iguales y vivir -y morir- para el todo.
Frenar el individualismo desmedido, en el cultivo de la empatía y de la consciencia de que la plenitud individual es siempre compartida, y que la dinámica comunitaria me requiere entero en mis maravillas individuales.
¿Se copan con este caminito? Sé que varixs pueden sentirse inspiradxs por acá…