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El miedo a la vitalidad
El otro día estábamos sentades con Maga en el sillón de casa, re cansades, esperando unas empanadas que no llegaban (horita y media las esperamos). Nos íbamos poniendo más ansioses. Claramente buscando evadirnos. En eso le pregunto, che amor, ¿de qué te estás queriendo evadir? De mi propia vitalidad, responde. Al ángulo. ¿Y vos? Sí, yo definitivamente también.
¡Lindo temita este de la vitalidad! Tan lleno de heridas. Es que claro, si somos vitales, somos deseantes, somos gozoses. Y si somos deseantes y gozoses, y bueno… es un poco compleja la cosa. Para la herencia que traemos en nuestros cuerpos, donde la convivencia se basa en pautas civilizatorias cuya finalidad fundamental es inhibir los pulsos de deseo y placer del cuerpo, retejer cuerpos donde la vitalidad pueda tener lugar es un tema bastantísimo complejo.
Primero que nada, el sentirnos dignxs de nuestra propia vitalidad. Sentir que tenemos el fucking derecho a ser vitales, a gozar de esta existencia todo cuanto nos de la gana.
Y después, dejarle de tener miedo. ¿Qué miedos circulan alrededor de la vitalidad?
¿Será que, si nos abrimos a nuestra vitalidad, nos volvemos indomables? ¿Será el miedo a estos animales tantos milenios enjaulados? ¿Será el terror de lo abierto ante todo este misterio?
Si nos abrimos a la vitalidad, se nos va al carajo el control. Nos volvemos une con este pulso desquiciado que es existir. Pulso que crea, pulso que destruye. Potencia en estado puro.
Cachorrxs aterradxs ante tanta vida, nos cerramos en las inercias que nos “contienen” (ahí donde contención y represión son casi sinónimos).
La vitalidad es el atrevimiento de una existencia desnuda.
Freno. Respiro. La respiración está al palo. La siento en la pelvis y en el pecho. No sé a dónde voy con este texto. Estoy demasiado vital como para saberlo. Suelto las riendas: que me lleve el misterio del aire rozando cada poro de mi piel.
¿Notás cuánto hacés para bajarle unos cambios a tu vitalidad?
¿Te atrevés a saborear tu vitalidad, en el filo donde vida y muerte son el mismo ritmo?
Escrito por Wem Marcos Wertheimer, consultor e investigador astrológico
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