El Tantra se podría sintetizar en una sola oración:
crear un puente, entre eso en nosotrxs que percibe separando y enfrentando, hacia una nueva posibilidad, donde podemos percibir reconociendo eso que conecta.
Pareciera que en los comienzos de nuestra historia coexistían en el mundo dos modos muy diferentes de estar: civilizaciones basadas en el reconocimiento de lo diferente-semejante, donde primaba el contacto profundo con la tierra y entre criaturas humanas; y pueblos donde la norma era la guerra y la conquista.
Y no es que una de estas sea la correcta y la otra la incorrecta. Cada una de ellas fue el modo más inteligente en que esos tejidos respondieron a sus ecosistemas.
Así como en el mundo hay cactus y hay flores. Simplemente, cada especie madura para responder a su entorno de la forma más adecuada para su supervivencia.
Así, en el frío norte y los desiertos del sur, donde el clima poco acompañaba y los recursos eran escasos, hubo que madurar a partir de un estado constante de alerta, y una búsqueda inacabable de alimento y de cobijo.
La única diferencia con los cactus es que estos pueblos fueron creciendo en una consciencia que se dirigió hacia un avance de su tecnología guerrera.
Mientras el avance de los pueblos de contacto profundo se dirigió siempre hacia una tecnología del bienestar. Estas culturas, donde casi no había jerarquías, se basaban fundamentalmente en el desarrollo de tecnologías para el disfrute conjunto.
Lejos de haber grandes templos de faraones, habían grandes piletas de común acceso, espacios de culto compartido. Muchos colores, muchos ornamentos. Una sexualidad libre y disponible. Pueblos de criaturas humanas jugando amorosamente en la construcción de una vida comunitaria y en contacto.
Hasta que estas culturas fueron arremetidas por los pueblos guerreros, conquistadas, masacradas y esclavizadas.
La tentación de tomar partido es mucha -porque justamente somos herederxs de culturas guerreras.
Pero la invitación que nos trae el Tantra, heredero de una cultura de contacto profundo, es otra:
es la invitación a comprender lo inevitable de este despliegue humano.
Pero así como en ese momento, para sobrevivir, nuestrxs ancestrxs guerrerxs solo pudieron conquistar, masacrar y esclavizar a nuestrxs ancestrxs de contacto profundo, hoy la historia nos pide un nuevo giro.
El estado de guerra y antagonismo, que se revela en absolutamente cada estrato de nuestra cultura, nos está llevando sin freno a nuestra propia autodestrucción.
No hay alternativa: es hora de trazar el puente.
Y este puente, que nos permita ir de regreso a una percepción de lo entramado, de lo alegre, en la co-creación de tecnologías materiales y vinculares del bienestar, no es un puente que se cree de una vez y para siempre.
Es un puente que debemos aprender a crear cada vez que nos descubrimos generando antagonismos. Que, cuando empezamos a prestar atención, nos damos cuenta que es casi todo el tiempo.
Te invitamos a sumarte a nuestra formación el Alquimia tántrica
y comprometerte profundamente con el tejido de este puente
transformando los distintos rincones de tu vida
en el proceso compartido.
Escribinos para conversar cualquier duda
y sumarte a esta aventura.