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El Yoga de las emociones es una de las prácticas más maravillosas que nos legó el Tantra de Cachemira.

Se trata, básicamente, de sentir lo que sea que estés sintiendo. La furia, el amor, el dolor, el placer, lo que sea, dejar que te atraviese por completo. Transformarte de lleno en la emoción.

Suena a algo simple, a algo obvio:
sentir lo que esté sintiendo.

Pero casi nunca sentimos lo que estamos sintiendo.
¿Qué hacemos en general?

En general vivimos la emoción de alguna de las siguientes formas -corríjanme si me equivoco eh!

1- Rechazando eso que estás sintiendo, frustradx por sentirlo e intentando trascenderlo.
2- Intentando entender y justificar eso que estás sintiendo.
3- Culpabilizando a otrx o a vos mismx por eso que estás sintiendo.
4- Buscando “calmar” ese sentir -o sea, anestesiando.
5- Intentando controlar la emoción, impidiendo su vivencia y su expresión.

Estos cuatro caminos para gestionar las emociones son absolutamente ineficaces.

Al no permitirlas circular en toda su magnitud y su posibilidad, las emociones rechazadas, justificadas, anestesiadas o culpabilizadas se van congestionando en el cuerpo, creando patrones a través de los cuales se repiten siempre iguales.

Por eso el camino que el Tantra propone es el de sentir cada emoción, así como esté siendo.

Sentirla con todo el cuerpo, con todo el corazón, con cada fibra de existencia disponible para eso que está siendo sentido. Sin culpables, sin necesidad de entender o de justificar nada, reconociendo lo legítimo de este sentir en curso.

Si anestesiás el sentir, nunca descubrís su inteligencia. Si le das lugar, la inteligencia de cada emoción comienza a brotar, y te vas enterando de lo absolutamente necesario de cada emoción en su transcurrir.

Situado en la experiencia del sentir, existe un punto intermedio entre la reacción ciega y la negación de la reacción.

Por ejemplo, si algo nos enoja, muchas veces lo que hacemos es disparar el enojo rápidamente hacia alguien más, o desautorizarlo y reprimirlo.

Necesitamos aprender a asumir nuestra reacción y, al mismo tiempo, no defenderla.

Sí, siento esto, y es inevitable que lo sienta. Y aun así, no creo que las cosas sean como las percibo desde mi reaccionar. Simplemente es inevitable. Me da celos que hagas tal cosa. Reconozco que no tiene sentido racional. Pero los celos están acá. Los siento en las vísceras. Y no se van a ir por más de que los niegue o los rechace. Sí, siento celos. No los defiendo ni los justifico. Los siento.

Para descubrir este lugar intermedio es necesario atravesar grandes capas de reactividad.

Solo disminuyendo la carga proyectiva y las justificaciones, es que podemos ir abriendo el espacio para la interacción desnuda con la emoción.

Y solo en la interacción desnuda, la emoción puede ser sentida -y, siendo sentida, dando lugar también a su transformación.

Asumir absolutamente todo lo que somos.

Sin defenderlo ni justificarlo.
Con responsabilidad sobre nuestra parte en la relación presente.

Este es un gran movimiento en el proceso de re-conexión y vulnerabilización necesario para reconfigurar nuestra sensibilidad:
la base del camino tántrico.

La práctica del Yoga de las emociones es uno de los aprendizajes fundamentales del área de alquimia interior de nuestra formación en alquimia tántrica,
un proceso hermosamente desgarrador de autoconocimiento,
donde vivir, siendo parte de una hermosa tribu de exploradorxs,
un viaje único de aprendizaje vincular.

Podés conocer toda la info acá: http://casavolcan.com.ar/formacion-alquimia-tantrica/

 

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