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 Cuando nos enamoramos, solo vemos en le otre nuestros ideales proyectados.
El amor empieza cuando se empiezan a revelar sus imperfecciones y, como podemos, vamos aprendiendo a recibirlas.

Conocés a alguien que te vuela la cabeza, la panza, todo.
Esta vez es diferente, te decís. Te convencés fuertemente de eso. ¿Cómo la última vez? Te dicen tus amigues. No, no, esta vez es diferente.

Se van conociendo un poco más, y sí, no cabe duda. Este ser es, de alguna forma, todo lo que habías soñado. Y sí, tendrá tal o cual cosita… pero esta vez es definitivamente la persona con la cual querés abrir tu corazón, querés explorar el amor.

El tiempo pasa… y algunas cáscaras se van abriendo. Y detrás de las primeras impresiones -que a veces duran años- otro ser se empieza a revelar. Uno que no alcanzás a entender del todo. ¿En serio es la misma persona?

Empieza a haber en vos un enojo.
No sabés si es con esa persona, o con vos, pero hay un enojo.
¿Por qué no puede ser como habías imaginado? ¿Cómo pudiste ver así, tan cualquier cosa? ¿Cómo te mintió de esa manera?

Pero… ¿realmente te mintió?
¿O quisiste ver en esa persona todo lo que querías ver?

Para muchxs, este es el final
Y así van, de ideal en ideal, hasta que ya asumen que eso no existe, y se conforman con un rato de buen sexo, o algún afecto de paso.
Pero, para mí, este siempre se sintió como el principio de una relación.

El momento en que podemos empezar a vernos de verdad. A reconocernos. A alcanzarnos. A dejarnos tocar por esa otredad, ahí, tan humana. Tan llena de imperfecciones, como nosotrxs mismxs.

No, no existe ese ser ideal. Es solo una proyección de tus propias figuras inconscientes, las historias de amor que hace muchísimo venimos contándonos.

Pero no. La relación empieza cuando vemos
que estamos totalmente rotxs
que no tenemos idea de cómo vivir ni vincularnos
y que tal vez
lo único que podemos compartir
es este caótico viaje
de aprenderlo juntxs
cagadxs de miedo, de deseo,
un error atrás del otro,

tal vez,
en el mejorsísimo de los casos
podemos compartir
un compromiso profundo e implacable
por amar
lo real
cuando las máscaras se esfuman en el tiempo
y somos
solamente
humanxs
recorriendo juntxs el abismo de existir.

La semana pasada compartimos un taller hermoso de Tantra para parejas, una exploración que me toca y me conmueve, y me encanta darla junto a Maga, con quien más vengo aprendiendo de humildad y amor real estos últimos tantos años.

Pero esto se extiende a casi toda relación:
por eso nuestra formación en Alquimia Tántrica es, ante todo, una exploración vincular.
Un reconocimiento de los patrones que ciegamente venimos hace tanto repitiendo
para que, en el fuego apasionado de la consciencia
apoyadxs en una mirada amable y libre de todo juicio
puedan empezar a trazar nuevos caminos posibles.

¡Y sí que los estamos empezando a tejer, eh!

Si querés explorar y crear con nosotrxs
te invitamos a sumarte en la Formación en Alquimia Tántrica
donde todo esto se da.

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