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“El olor reside la misma esencia del alma, lo impregna todo de una forma pertinaz y tiene la capacidad de abrir las puertas del inconsciente, desde las que se cuelan las escenas más amables y las más dolorosas.”
 Del libro: CARTAS A UNA EXTRAÑA de MERCEDES PINTO MALDONADO
 

Enamorarte de tus olores

El olfato es nuestro sentido más primitivo. Es evidente en relación a expresiones de nuestro cotidiano, como “esto me huele o esto no me huele”, que liga el olfato a la seguridad y la supervivencia.

Con mi hijita es muy obvio también: al comienzo, ella solo necesitaba el olor de mamá y de papá. Y lo que nos pasa a nosotrxs con su olor, por dios! Ahí es evidente este lugar más animal. El olfato es indomable. Hay ciertos olores que cuando los olés te atraviesan de lleno, como un olor de la infancia que olés y te lleva directo a ese instante. No tiene tamiz el olfato. En términos anatómicos, el olfato es el único sentido que no atraviesa el tálamo. Es decir, va directo a la emoción, a lo más primal que nos compone.

Un modo de domesticar el olfato es asociando ciertos olores a algo desagradable. Y, oh casualidad, estos olores son los relacionados a nuestra existencia animal! Nuestro sudor, nuestro sexo, nuestra mierda. Ohhh las grandes regiones del pecado. Lo que nos iguala al resto de los animales. Nuestro olor salvaje, crudo. Tantos años de querer huir de nuestra naturaleza salvaje nos llevan al condicionamiento de creer que nuestros olores animales son asquerosos.

Es fantástico que hayamos logrado algo tan fascinante como avergonzarnos de nuestros propios olores. Avergonzarnos del hecho de que transpiramos o de que cagamos. Llenamos todo de fragancias sintéticas (que muchas veces son además nocivas para nuestro organismo como los antitranspirantes) con tal de no olernos, de que no nos huelan. ¿No es realmente asombroso haber logrado avergonzarnos de algo tan inevitable como nuestro perfume natural?

Por eso me encanta en el Tantra invitarnos a un viaje: recuperar el placer de nuestros olores. De cada uno de ellos. Transpiración, sexo, mierda. Todos. ¡Recuperemos el placer de el aroma salvaje que nos compone!

Te invito a olerte, a olerte entere. A oler cada parte de tu cuerpo. A oler cada aroma que segregás.
Te invito a atreverte a gozar de tus olores. A volver a enamorarte de tu perfume real.
A recuperar tu aroma vivo.

Escrito por Wem Marcos Wertheimer, consultor e investigador astrológico

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