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Sol En Cáncer

 

Nuestra cultura actual tiene sus raíces en el desarraigo. Énfasis en lo siempre diferente. Siempre hablando de deconstrucción, de evolución. Pero en el fondo, ¿no sentís esa terrible necesidad de sentirte parte de algo?

 

Nos veo desarraigades. Buscando desesperadamente algo que nos de la sensación de casa. La paradoja es que buscamos pertenecer a una cultura que, promoviéndose como la más inclusiva de la historia, sabe perfectamente cómo dejarte afuera. Cómo dejarte con la necesidad de seguir buscando. De encontrar en algún momento, por fin, eso que se sienta como casa.

 

Sea una relación, una familia, un pueblo, una patria, un equipo de fútbol. Algo, en algún lugar, tiene que existir. 

 

Y así andamos, entre la depresión y la ansiedad.

 

A mí, como buen ascendente Cáncer, siempre me atravesó mucho esta cuestión. Este anhelo desesperado de sentirme parte. Y, por muchísimo tiempo, no sentirme parte de nada. Siempre diferente (como buen uraniano, también).

 

Hoy me atrevo a decir que esto está así estructurado. Y no es que lo estructura un malo que busca que sintamos así, esa perspectiva a mí mucho no me cabe. Siento más la de la bola de nieve. Y tiene mucho de hermoso potencial también este desarraigo, eh. Mucho de posibilidad de crear nuevas formas del encuentro. 

 

Pero en algún lugar las raíces están gritando. Se aparecen como fantasmas en la noche, como heridas en la piel justo en el momento del encuentro. 

 

No podemos negar nuestras raíces. Y tampoco creo que se trate de todo el tiempo querer deconstruirnos.

 

¿Podemos honrar el pasado del cual venimos? ¿Podemos agradecer todo el viaje de esta especie que viene viajando en la inmensidad del vacío, hasta llegar hoy a esta existencia singular que cada quien es?

 

¿Puedo abrirme a sentir mi raíz en la totalidad de esta especie?

¿Puedo sentirme parte del planeta?

 

Hije de la humanidad, hije de la tierra. 

 

Casa no está allá afuera, en una nueva pertenencia. Tampoco es que casa esté adentro, desconectada del afuera.

 

Hoy siento que casa es cuando suelto, y me permito ser sostenido por la tierra. Cuando me permito mirar a mi hijita jugar. Cuando nos miramos con mi compañera a los ojos. Cuando estoy solo y la noche me abre en dos. 

 

Casa puede ser cualquier tiempo-espacio donde me permito respirar. Y, simplemente, sentirme en casa. 


Escrito por Wem Marcos Wertheimer, consultor e investigador astrológico

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