Termina una reunión, empieza la siguiente, un minuto para ir al baño, el laburo que se extiende más allá de sus límites porque ahora todo es virtual, los miles de intereses comprimidos, la búsqueda de reconocimiento, las redes sociales, y sigue, y sigue, y sigue. Virtualidad que nos quita los tiempos de traslado, de proceso. Todo pegado, uno atrás del otro. ¡Perfecto para nuestro ser hiperproductivo!
¿Y el cuerpo? El cuerpo pide a gritos un descanso. Está tenso, bien durito. Tensión, más tensión, más tensión, igual… igual… y sí, igual muerte. Lo duro es lo muerto. Esqueleto duro y seco de lo muerto -el esqueleto del cuerpo vivo es blando y poroso.
El cuerpo pide a gritos, con dolores, con enfermedades, con insomnio, con pesadillas, con adicciones, con enojos, con depresiones, con ansiedad y ansiedad y más ansiedad: el cuerpo pide a gritos un descanso.
Pero no hay descanso. Hay que hacer esto y esto y esto otro. ¡Y esto otro también! Ah, y esto. Y así y así, desde que abrimos los ojos hasta que los cerramos. Con pequeños lapsos de aparente inacción en el eterno escroleo de instagram, en la hipnosis de las historias. Cuerpos de acción e hipnosis.
Ahí está, llegó un momento para descansar. Una salida con amigxs o en familia, un rato donde todo se alineó para que tenga una horita libre… ¿Descansar? ¿Y eso cómo se come? El cuerpo solo está entrenándose en su hacer. Tensión, más tensión, más tensión, ansiedad, productividad, carencia, miedo. El cuerpo solo sabe estar tenso. ¿Descansar? A ver, voy a probar de comer hasta asquearme, de emborracharme, de drogarme, de coger compulsivamente para morir un rato en la descarga. Pero nada sirve del todo. Mente no para, Cuerpo sigue tenso, ansioso, inquieto.
Hasta el colapso. Única oportunidad para el reposo. Del extremo de la tensión, solo quedamos como zombies para ver Netflix. ¿Descansar? ¿Será este estado zombie el descanso?
No. Eso tampoco es descansar. Eso es solo un rato de lobotomía para seguir con la locura un rato más.
¿Descansar? ¿Qué es eso?
Respiro. Dejo caer el cuerpo sobre sí mismo. No como bolsa de papa, escape de toda tensión en la hiperlaxitud. Me dejo caer en el tono justo para habitarme ahora. Me habito. Me habito en este aire que entra y sale. En este amoroso registro de mí mismx. Me habito, me dejo danzar por la respiración. Me muevo suave, en el disfrute de cada contacto, de cada sentido abierto.
El descanso como actitud receptiva. Como un estar que no busca nada. Solo su propio estar. Descanso en el pecho, en el sexo, en el cráneo. Celebración de la vida en su reposo. Reposo vital. Reposo de intensidades que circulan dulcemente en el cuerpo. Placer que se expande, suave. Plenitud en el descanso. Descanso en la plenitud.
¿Descansar? ¿Qué es eso?
Descansar es un entrenamiento. El entrenamiento del estar para el mismo momento en el que estamos. Como si cada poro se permitiera sonreírse a sí mismo. Como si todos los poros estuvieran jugando y respirando, respirando y jugando.
Descansar es volver a casa. Volver a casa es descansar.
Escrito por Wem Marcos Wertheimer, consultor e investigador astrológico
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