Aprender a habitar nuestros límites
es todo un desafío
cuando tendemos a ceder.
Pero si el no no es una opción
el Sí es siempre una farsa.
En los límites se esconden muchísimos fantasmas.
Creemos que si le decimos que no al otrx
respetando la escucha de nuestras propias necesidades y deseos
seremos malas personas y egoístas. O que nos van a dejar de querer.
También podemos pasar por alto estos límites por creer que los tendríamos que trascender,
en esos extraños relatos de supuesto automejoramiento que a veces nos contamos.
Pero detrás de cualquiera de estos cuentitos está el cuerpo.
Y, en el cuerpo, todo límite es muy evidente. Y muy necesario.
Necesitar límites no te hace mala persona, ni egoísta, ni inferior.
TE HACE, SIMPLEMENTE, HUMANO.
¡Y bienvenida toda esa humanidad!
Y sí, claro que puede ser incómodo,
que le otrx se puede sentir frustradx, o rechazadx, o heridx.
No se trata tampoco de desconectar de esta incomodidad.
Sí, puede resultar incómodo.
Y, aún así, MUY NECESARIO.
Porque, si no te das la posibilidad del no,
el sí que digas nunca será auténtico.
Aunque no sepas cómo,
con toda la torpeza que haga falta
te invito a manifestar esos límites que hoy estás necesitando.