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“Cómo puedo laburar el apego?”

La semana pasada abrí un espacio para que manden todas las preguntas que gusten. Llegaron algunas y las iré respondiendo de a poco de esta forma. Siempre sabiendo que no hay respuestas definitivas, sino invitaciones a seguir descubriendo y explorando nuestro mundo vincular. A continuación la respuesta:

La palabra apego es una palabra dudosa. Tiene ya de por sí una especie de connotación negativa. Sin embargo, somos básicamente criaturas del apego. Como mamíferos, solo la manada asegura nuestra supervivencia. Así viene siendo durante los últimos 70.000 años.

Y no solo la manada: necesitamos de todo el ecosistema que nos rodea para existir. Lejos de la fantasía de autonomía que se nos busca imponer, somos criaturas total y absolutamente interdependientes.

Ahora bien, creo que cuando nos referimos a “apego”, nos referimos a la sensación de que sin le otrx no sabríamos que hacer, no estaríamos a salvo o dejaríamos de existir.

Cuando de pequeñxs nuestra seguridad no fue asegurada, cuando constantemente nos sentíamos amenazadxs, fuimos generando dos posibles reacciones: el exceso de autoapoyo -puedo solx, no dependo de nadie, etc.-, o el exceso de búsqueda de apoyo ambiental -no puedo nada solx, siempre necesito de otrx. 

En general, estas dos sensaciones van juntas una con la otra. Y ninguna de las dos es del todo real. Ni somos totalmente dependientes, ni totalmente independientes. Eso que llamamos “apego” suele darse en algún lugar entre estas dos: entre la fantasía de independencia y la fantasía de dependencia.

Frente a esto, dos posibles caminos: en el caso de un exceso de autoapoyo, la búsqueda de espacios cuidados y amorosos donde poder ir entrenando el confiar en un apoyo externo. Espacios donde dejarnos caer en manos compañeras, donde soltar el control, donde permitirnos confiar. 

Y en el caso de el exceso de búsqueda de apoyo ambiental, espacios -también amorosos- donde poder practicar el autoapoyo, donde poder conectar con el propio centro, y generar una confianza en la propia capacidad de sostén y los propios recursos.

En ambos casos, reconociendo que detrás de uno u otro mecanismo, hay una fuerte herida de abandono, un gran dolor que necesita ser abrazado. 

No es que algo esté mal en nosotrxs y por eso nos vamos a estos extremos. Simplemente duele.

Y, en ambos casos, sirve también siempre recordar el apoyo que Mamá Tierra constantemente nos está ofreciendo. Sentir su compañía y sostén incondicional y, cada tanto, dejarnos simplemente sostener por su inmensidad.

 Escrito por Wem Marcos Wertheimer, consultor e investigador astrológico

Y les recuerdo que se va acercando el retiro de Octubre que daremos junto a Fabi Villalba Re-Vincular, donde exploraremos a fondo estas matrices vinculares que nos componen y seguiremos recomponiendo nuevas posibilidades. ¡Les esperamos! click acá. 

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