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Luna llena en Cáncer 2025

-¿Qué es una relación segura, de cuidado? pregunta desde las alturas Luna, poblando la noche de brillo plateado, e impregnando nuestros poros.

-Es un nido donde me siento calentito y a salvo, responde torpemente desde su hogar criatura humana.

-Entonces, tu piel va a estar siempre alerta ante los peligros y roces inevitables de crecer, responde Luna, sintiendo sobre sus espaldas la presencia inevitable de Marte.

-Es que, es que…

-Es que así lo aprendiste, y está bien. Pero si pretendés un nido eterno, sin abismos, estás condenadx a un sufrimiento enorme. No hay nido sin abismos, dice Luna, con profundo amor en su semblante.

Esta Luna llena en Cáncer, en conjunción a Marte, no viene particularmente a darnos un abrazo calentito. Viene, más bien, a ponernos de jaque nuestras heridas: de abandono, de inadecuación. Todo eso que, de una u otra manera, considera que tiene que ser de tal o cual manera para ser dignx de recibir amor y cuidado.

Es que así lo aprendimos. In-corporamos que si hacíamos tal o cual cosa, nos miraban con amor y admiración; pero si hacíamos todas estas otras, no. Lo que recibíamos era desaprobación, rechazo, castigos. A fuerza de padecimientos lo fuimos aprendiendo.

Y yo no creo mucho en las transformación individuales. ¿Cómo va a aprender un organismo una nueva posibilidad?
Solo en el experimentar nuevos tejidos relacionales posibles.

Tal vez vos no lo entiendas. Pero cuando tenés a otrx enfrente, que persevera en el amor aún ante todo eso que creés que no es digno de ser amado -y aún cuando sus propias heridas están siendo activadas… entonces hay una transformación posible.

Pero no es un amor incondicional berreta. Porque, como ya dijo Luna más arriba, si esperás que el amor sea cuidado constante, nido calentito eterno, cagaste. Ninguna relación tiene esa potencialidad, para siempre.

Las relaciones también pueden pincharnos justo ahí donde nos duele. Y eso está buenísimo. Es necesario. Y terriblemente incómodo.

Me gustaría, de la mano de esta luna, empezar a tejer las posibilidades de una nueva percepción de un vínculo seguro y cuidado:
de eso que se nos organiza como un espacio de pura simbiosis, sin ningún tipo de diferenciación,

a uno donde podemos torpemente encontrarnos y diferenciarnos, transitar juntxs las heridas pasadas y las tensiones necesarias propias de crecer. Uno donde comprendemos que los roces son inervitables. Y, aún cuando las reacciones están a flor de piel, sabemos que de fondo está el amor.

No es fácil. Traemos introyectados en el cuerpo otros recuerdos.
Pero tampoco imposible, cuando realmente podemos dejarnos tocar por una mirada amable. Cuando dejamos entrar al otrx, y podemos afirmarnos amadxs, aún cuando tal vez es la tensión de lo diferente la que impregna la escena.

Hay mucho camino por aprender, amadx hijx, dice Luna desde el cielo.
Recordá que no estás solx en las mareas de crecer.

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