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Muchas veces, cuando llegamos a la parte de los procesos donde nos desnudamos, pasan muchas cosas. Miedos, excitaciones, de todo. No en el momento de desnudarnos, me refiero al momento previo. El momento en que sabemos que nos vamos a desnudar, pero aún no sucede. Es un momento delicioso para ver todas las fantasías que aparecen en torno a la desnudez. La exposición del erotismo, la incomodidad con el propio cuerpo, o con el mirar cuerpos ajenos. Miles de construcciones que hace mucho tiempo venimos arrastrando.

Hasta que llega el momento de efectivamente desnudarnos. Algo que en los procesos tántricos hacemos como algo ritual, dándole mucho tiempo para ser sentido, habitado.

 Si nos desvestimos en automático, solo nos sacamos la ropa. Pero si nos desvestimos de modo habitado, vamos despojándonos de todos nuestros ropajes. Al quitarnos cada prenda, nos vamos desprendiendo de nuestros personajes, de nuestras historias. Nos vamos acercando a nuestra existencia desnuda. No solo nuestro cuerpo: nuestra existencia desnuda.

 Y así es como una y otra vez veo que, a diferencia de lo que aparecía como fantasía ante la propuesta de desnudarse, en el momento en sí de desnudarnos, y de encontrarnos desnudxs, la experiencia es totalmente otra. Porque antes de esto venimos de meses de entrenar una mirada receptiva, una mirada que no juzga. 

 Poder vernos desnudxs reflejadxs en esa mirada es una experiencia profundamente sanadora. Saber que así como somos, con nuestro cuerpo y nuestra existencia desnuda, estamos siendo recibidxs, transforma profundamente nuestra experiencia de desnudez. 

 Libres de ropa, podemos estar más cerca. Podemos sentirnos más profundo. Podemos abrirnos más de lleno. 

Y así nos vamos dando cuenta de que la desnudez es algo totalmente natural. Así la desnudez se va liberando de tabúes. El erotismo se va desnudando de tabúes. Sí, los cuerpos se mojan, los penes y los pezones se endurecen, todo eso pasa. Claro. Es parte de lo que nos pasa cuando nos habitamos en el erotismo del encuentro. Que es totalmente natural.

 Y es tan precioso cuando nos permitimos encontrarnos en una desnudez orgánica y habitada, en la desnudez de cuerpo y alma, que nos dispone a un encuentro genuino.

Escrito por Wem Marcos Wertheimer, consultor e investigador astrológico

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