Qué paja todo este cuentito de la autosuperación. ¡De la autortura!
Qué doloroso, también.
Qué forma de causarte sufrimiento, creer todo el tiempo que deberías poder otra cosa de lo que estás pudiendo. Que a esta altura debería haber trascendido tal o cual patrón.
Pero no, corazón. Quiero que entiendas algo:
cada uno de tus patrones es absolutamente sabio.
A partir de tus vivencias, fuiste aprendiendo que esa era la mejor forma de sobrevivir. Tu cuerpo, en su inteligencia, así lo aprendió. Y el cuerpo sabe.
Es cierto que parte del camino es ir probando algún que otro movimiento diferente al patrón. Pero no es que de un día para el otro cambia. Simplemente, vamos ensayando, probando, pifiando, encontrando, volviéndonos a perder. Una, y otra, y otra vez.
Y, tal vez, en esa insaciable repetición, muy lentamente, algo se empieza a transformar.
No es que dejamos de repetir el patrón,
pero algo sucede con un poco más de consciencia,
un poco más de amabilidad hacia nuestra tendencia reactiva.
Y, entonces, casi sin darnos cuenta, algo en el patrón se empieza a ablandar. Da lugar a otras posibilidades. Insospechadas.
Que cada día nos encontremos con un poco más de amabilidad y consciencia en ese patrón que se sigue repitiendo.