1. Hablar en primera persona y en presente.
No generalizar.
Por ejemplo: En vez de “viste que uno se pelea con su pareja y uno tiene ganas de…”, decir “estamos pleadxs, siento mucha bronca”.
2. Priorizar el sentir presente por sobre el pensar. Evitar juicios e interpretaciones.
Por ejemplo: En vez de “pienso que blablabla y blablabla porque pienso tal y cual filosofía o tal y cual moralidad”, nombrar el sentir: “estoy triste”.
3. Priorizar el “cómo” sobre el “qué” y el “por qué”.
Por ejemplo, la pregunta por el “por qué” nos lleva directo a la mente. En cambio, la pregunta por el “cómo” nos lleva a la sensibilidad. En lugar de preguntarnos por qué estoy triste, preguntarnos cómo es esta tristeza ahora.
4. Utilizar lenguaje poético y descriptivo para entrar más profundamente en el sentir.
Por ejemplo, “siento tristeza”. ¿Y cómo es esta tristeza? “Siento un nudo que me ahoga en la garganta”.
5. Hablar directamente, sin vueltas, ir directo al punto sin manipular.
Por ejemplo, “lo que pasa es que lalal y lalal, los soles y las lunas”… ¡No! Cuesta, lo sé, pero empecemos a entrenar esto de ir al grano: “necesito esto, no quiero aquello”.
6. No interrumpir, invadir o intentar cambiar lo que lx otrx está diciendo.
Por ejemplo, lx otrx se larga a llorar a contarme algo y yo le digo: “bueno, bueno, va a estar todo bien”. Preguntarnos si este accionar ante la escucha es en realidad para evitarme yo la incomodidad de lo que sucede.
7. Observar la distinción entre el “no puedo” y el “no quiero”.
Cambiar los no puedo por los no quiero para hacernos cargo de lo que queremos y lo que no.
Y, a veces, lo inverso, cambiar los no quiero cuando realmente son no puedo, asumiendo la vulnerabilidad de ser criaturas limitadas.
8. Reemplazar el “pero” y el “o” por el “y”.
Una emoción no invalida la otra.
Por ejemplo, en vez de “quiero jugármela pero no puedo”, incluir “quiero jugármela y a la vez me da miedo”.
¿Cómo nos comunicamos cuando nos comunicamos?
Acá les traemos algunas propuestas lingüísticas para ir entrenando en nuestros vínculos.
¿Te animás a ponerlos en práctica?
Al final, vincularnos es esto: ensayarnos.
El 22, 23 y 24 de septiembre, se viene la jornada intensiva
Transformarnos en relación
Un espacio donde despojarte de juicios y supuestos, y reconocer amablemente los patrones de tu vincularidad, habilitando nuevos caminos posibles.
Toda la info en nuestra página. Si querés saber más, escribinos por privado.
Acá te esperamos.
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