Vivir es básicamente pifiarla. Una, y otra, y otra vez. No hay otra forma de aprender.
Pero estamos tan domesticadxs para sentirnos pecadores que en cada uno de nuestros pifies nos torturamos con muchísima brutalidad.
No creo que haya una receta para poder perdonarnos pero sí una posible intención: permitirnos por un momento imaginar que la vida, justo ahora, nos está mirando, amando cada una de nuestras partes, de nuestros pifies, de nuestras limitaciones, descansar por un momento en el cálido abrazo de la Tierra.
Dejar que por un momento, en lugar de pecador, seas un inocente aprendiz aprendiendo este Misterio que es tu existencia humana.
Y tal vez, por un momento, estar un poquito más cerquita de tu sagrada imperfección.
¿Cómo es perdonarte? Reconocerte en tu pulso viviente, tan sagrado así como es, con TODO lo que te compone. Milenios viviendo desde la culpa y el castigo. ¿Se copan a que vayamos aprendiendo otros caminos?
Si te resuena, te invito a sumarte a cualquiera de nuestras propuestas y empezar a pasarlo por el cuerpo.
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