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El proceso de deconstrucción y reconfiguración del psiquisimo es lento, y tiene sus mismos ritmos y ciclos. 

Momentos de expansión y plenitud, donde todo parece “estar encaminado”, se alternan con momentos de inconsciencia y profundo sufrimiento. Despertamos, y nos volvemos a dormir. Y volvemos a despertar, y nos volvemos a dormir. 

Claro, nos encantaría que esto suceda de forma lineal. Que simplemente estemos “cada vez mejor”. Lamento decirlo, pero esto no es así. El tiempo lineal no existe. Es solo el condicionamiento patriarcal, que busca la conquista y la expansión ilimitada.

Pero cuando hablamos de procesos psíquicos, se parecen más a estos ciclos de la naturaleza.

En el Tantra, vamos aprendiendo a escuchar y reconocer aquello que pide ser vivido en cada etapa del proceso. Y no luchar contra eso. Es una reconfiguración muy profunda. Ir abriéndonos a confiar en estos ritmos orgánicos de la mente y el cuerpo. 

Es, básicamente, aprender la entrega: observar qué pide cada momento y, de alguna u otra forma, vivirlo. Sentir eso que pide ser sentido. Procurarme eso que necesito. 

Comprendiendo que a veces toca la perseverancia y a veces el dejar ir, a veces sostener y a veces abandonar, a veces celebrar y a veces desgarrarse, a veces irse, a veces quedarse, a veces dejar entrar y a veces poner un límite. En esta práctica, el sentir del cuerpo se vuelve el timón.

En este camino, descubrimos el tiempo espiralado.

Así como un mismo árbol va atravesando una y otra vez las estaciones y, a su vez, va creciendo y atravesándolas cada vez de forma diferente. 

Este árbol puede que llegue a dar semillas para nuevos árboles, tocando un ciclo aún más profundo.

Mientras tanto, los humanitos que somos añoramos un crecimiento lineal, y nos perdemos en círculos que se repiten siempre igual. ¡Linda paradoja!

¿Y qué hacemos con esto?

Nada. O mejor dicho: llenarlo de consciencia. Reconocer una y otra vez esa reacción siempre igual. Reconocer los patrones vinculares. Y simplemente dejar de defenderlos, dejar de dedicar toda la terrible cantidad de energía que dedicamos a sostenerlos. Solo eso, ya es todo el camino. No es que el patrón deje de suceder de pronto. Simplemente, al impregnarlo con toda la fuerza de tu presencia, algo se va aflojando. Algo se va abriendo al emerger de nuevas creatividades.

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