Cada unx de nosotrxs nació de un encuentro sexual. Ahí empieza la historia de tu sexualidad. Con el encuentro de tus progenitores.
Ese encuentro puede haber sido sumamente amoroso, pero también un mero acto automático, un mandato, o incluso un encuentro violento y abusivo.
Pero para que ese encuentro suceda, antes tienen que haber nacido tus progenitores. Y ese encuentro que los gestó también puede haber sido de distintas formas. Y así, generaciones y generaciones de encuentros sexuales que confluyen en vos, en mí, en cada unx de nosotrxs.
La historia de tu sexualidad está entrelazada con la historia sexual de toda la humanidad. Y no es algo simple, algo así como así.
Es una historia llena de represiones, de culpa, de castigo. Y hablamos de castigo de muerte, de violencia, de mucha tristeza. Es como una bola de nieve que empezó hace miles y miles de años atrás, y que se viene arrastrando de generación en generación.
Es muy poderoso saber que somos el final de un eslabón de encuentros sexuales que vienen de miles y miles de años atrás.
Indagar en tu sexualidad es, a la vez, indagar en la sexualidad humana. En todos los patrones que constituyen los encuentros sexuales de nuestra humanidad.
A su vez, algunos son más cercanos, como los de tus padrxs, tus abuelxs… y los que venís viviendo a lo largo de tu vida.
Por eso es muy interesante que te tomes un tiempo para recordar, para volver a pasar por tu cuerpo y por tu corazón toda la pequeña historia de tu sexualidad -para diferenciarla de la gran historia de tu sexualidad, que contiene todos los encuentros sexuales de nuestra especie.
Recordar cada uno de estos encuentros: los inocentes, los intencionados, los gustosos, los incómodos, los dolorosos, los apasionados, los frustrados, los rutinarios… ¡hay tantos que podría dar miles de adjetivos y quedarme corto!
La cuestión es que te permitas recordarlos. Justo como fueron. Con sus múltiples posibilidades.
Y, en ese recordar, volver a contar la historia.
Reconocer los distintos patrones que constituyen tu sexualidad.
Lo que te incomoda recordar. Lo que te da ternura. Lo que te enciende.
También ver en esto los ciclos.
Creo que la sexualidad es cíclica, que hay períodos más sexuales y menos sexuales, momentos de sexualidad más intensa y más suave, momentos diferentes. Me gusta reconocer nuestra historia sexual como un ciclo, en lugar de como una línea.
Si fuera un ciclo, ¿por qué estaciones tiende a pasar tu sexualidad?
Recorriendo tu historia, llegar también a tu presente.
Reconocer en este presente si hay algo que estés rechazando de tu sexualidad.
Si hay algo que quedó fijado, y que te gustaría cambiar.
Simplemente reconocerlo.
Y ver, a partir del reconocimiento, qué caminos podría tomar.
A veces, al reconocer algo fijado, inmediatamente nos enojamos, querríamos destruirlo. Lo mismo con los aspectos rechazados.
La invitación es simplemente reconocerlo, pudiendo abrazarlo justo así como está siendo.
Y juntxs —vos, y tu aspecto rechazado o fijado—, ver qué caminos pueden tomar para expandir los horizontes presentes de tu sexualidad, con amabilidad.
Recordando que en cada uno de esos aspectos, está toda la historia sexual de la especie, miles y miles de años de patrones que se fueron enquistando en los cuerpos y en los psiquismos. Ablandando así las exigencias, recordando la posibilidad de ser amable con vos mismx. Con tu cuerpo herido. Con tu cuerpo deseante. Con tu cuerpo gozante. Con tu cuerpo-corazón-espíritu, en inacabable aprendizaje de existir en la danza relacional de lo vivo.
Reencontrémonos con nuestra sexualidad, volvamos a contarnos la historia, esta vez desde la conciencia de sabernos parte de miles y miles de encuentros que habitan en lo más profundo de nosotrxs.
Te invito, nos invito, a reescribir la historia de nuestra sexualidad.