fbpx

Creo que el principal problema con la sexualidad, o tal vez el único, es creer que hay un problema. Creer que hay cosas que están mal. Creer que está mal desear o sentir magnetismo hacia ciertas personas. O que está mal no hacerlo, en determinados momentos, hacia ciertas otras. Que está mal ser criaturas sexuadas, con deseo de ese encuentro íntimo y profundo que nos transforma hasta la médula. Que pensamos en eso demasiado, o demasiado poco. Que siempre tenemos ganas, o que nunca tenemos. Que deberíamos estar más disponibles. Creer que está mal tener ganas de un encuentro salvaje, o tener ganas de un encuentro más lento y sensible. Que está mal el tiempo que nos gusta de previa. O que nuestra imagen no es suficientemente atractiva. Creemos que está mal hablar de nuestra sexualidad, o hablar durante el encuentro sexual. Nombrar las cosas que nos gustan, y las que no. Creemos que está mal pedir, y ser claros en ese pedido. Creemos que está mal decir que no, cuando es no, cuando no queremos. Que si le decimos que no a nuestra pareja, se va a aburrir o se va a buscar a otrx. Que se nos debería parar, que deberíamos durar más. Que deberíamos poder sentir un orgasmo. O un orgasmo más intenso. O conectar más. O que está mal tener ciertas fantasías. Siempre hay algo, algo que creemos que deberíamos ser y hacer distinto en relación a lo sexual. Siempre hay una moral sexual. Incluso cuando nos creemos tan liberados, creamos una imagen de cómo es ser liberados en lo sexual, y ya quedamos presxs de esa imagen.

Y sin embargo, lo que es, es. Nos puede gustar de una forma, o de tal otra. Podemos tener más o menos deseo sexual, en distintos momentos de nuestra vida y con distintas personas. Nos pueden exitar cosas muy convencionales, o cosas muy poco convencionales. Siempre podemos creer que es demasiado, o demasiado poco. Que algo en nosotrxs está mal. Nos cerramos, nos dejamos de comunicar. Dejamos de hablar, de mirar, de sentir. Si estamos en pareja, vamos perdiendo poco a poco el magnetismo y el deseo, porque no nos atrevemos a nombrar aquello que nos gusta y aquello que no. Porque dejamos de jugar al sagrado juego de la seducción, cuando ya damos por sentada la relación. Y si estamos solxs, nos torturamos en el anhelo de encuentro, nos torturamos por ser gobernadxs por la sagrada energía del magnetismo sexual. Nos torturamos en la creencia de que no somos elegidxs. Y sin embargo, lo que es, es. Y sobre lo que es, imprimos infinitas interpretaciones y juicios, basados en la memoria celular de una moral judeocristiana y una moral patriarcal, que vienen castrando el placer de la carne, el goce del intercambio profundo de energías que acontece en el encuentro íntimo y sexual. Y, aunque creamos que ya estamos más allá, esas interpretaciones y juicios siguen vigentes. Porque no estamos en el cuerpo. Porque no asumimos que somos cuerpo. Porque asumirnos cuerpo es asumirnos sexuadxs, ardientes, magnetizadxs, deseantes. Es asumirnos abiertxs a la vida, a cada encuentro. Porque asumirnos cuerpo es asumirnos vida en movimiento, es asumirnos cíclicxs, puro cambio y transformación.

Por eso, la base del Tantra es la inocencia. Suspender los juicios y la moral, para descubrir inocentemente nuestra singularidad. Nuestros deseos, nuestros placeres. Y también nuestras heridas y miedos. Ir aprendiendo a mostrarnos ante lxs otrxs con absolutamente todo lo que somos. Ahí empieza la sexualidad sagrada, y ahí termina: en el encuentro total y pleno, de dos (o más) singularidades que se honran a sí mismas y se honran mutuamente, con absolutamente cada una de sus partes abriéndose al encuentro.

Te invitamos al próximo laboratorio de Sexualidad sagrada y alquimia, donde despojarte de estos juicios e investigar con apertura e inocencia tu sexualidad. El sábado 5 de septiembre de 16 a 20 hrs, Online.

Te invitamos a leer la info completa sobre el taller haciendo click acá!

×