Venus entra en el signo de Libra, y nos pone a todxs de frente a esta verdad: que el despliegue de nuestra singularidad se da en el constante encuentro con otrxs. Y que en el contacto abierto y disponible en cada uno de esos encuentros está nuestro crecimiento, nuestro florecimiento.
Somos criaturas vinculares. Aisladxs no hay crecimiento, solo reposo.
Aunque a veces no nos guste eso que aparece, aunque querramos salir corriendo. Aunque sigamos sin tener idea de cómo conviven deseos diferentes, y solo podamos agarrarnos de los milenios y milenios de dinámicas de poder, entre el ceder y el imponer, que es todo lo aprendido.
Cada tránsito de Venus por Libra es la oportunidad de darle una vuelta más de tuerca al aprendizaje de esta danza relacional que todxs estamos danzando. Danza donde se encuentran deseos diferentes, tejiendo la belleza del encuentro. Es el constante pulso entre la escucha del deseo del otrx, y el deseo propio. La posibilidad de co-construir un pulso relacional que nos acompañe a ambxs en el despliegue.
Como la abeja y la flor. Inevitable atracción, necesaria para que ambas sigan desplegando la belleza de sus especies.
Atracción en cada una de nuestras relaciones, que nos lleva a acercarnos para seguir desplegando la tan sagrada belleza de cada una de nuestras singularidades.
Pero para eso tenemos que estar dispuestxs a permanecer en la danza relacional incluso cuando se pone incómoda, cuando no entendemos el camino compartido, cuando sería más fácil el viaje del ermita o del tirano o del sometido. Tenemos que estar dispuestxs a permanecer ahí, en el misterio de la danza, confiando en que la misma danza irá trayendo sus respuestas. Siempre provisorias. Porque la danza nunca se acaba.
Venus en Libra es tiempo para danzar nuestras relaciones. Para escuchar este pulso entre proponer y dejarnos llevar. Entre intencionar mi deseo, y abrirme a la escucha del deseo del otrx. Reconociendo de qué lado me suelo fijar más. Habilitando la escucha del otro lado. Entrenamiento inacabable esta doble escucha.
Escrito por Wem Marcos Wertheimer, consultor e investigador astrológico
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