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Coca Cola te muestra una familia feliz y te vende un producto. El cristianismo te promete un paraíso eterno y te vende una religión. O te dicen Tantra y te prometen sexualidad feliz, y te venden Tantra. O te dicen Astrología y te prometen conocer y controlar tu destino, y te venden Astrología. Y nosotrxs venimos comprando.

El problema con mi modo de sentir y vivir el Tantra y con la Astrología es que yo no te puedo vender nada de todo eso. No te puedo vender ni paraíso ni eternidad ni sexo ni predicciones ni familia feliz. No te puedo prometer nada. Porque todo lo que hay es Misterio. Un gran Misterio vivo, latente, vibrante. Un adentrarnos cada vez más en la incertidumbre, en el no entender nada. El desborde de nuestras creencias en un océano inabarcable por nuestra razón, por nuestro anhelo de control. Es vivir cada vez más en el borde del abismo -del lado de la caída. Lo único que te puedo decir es que el Tantra y la Astrología nos acercan a la nosotrxs mismxs. Y nosotrxs mismxs somos mucho más que lo que creemos que somos, tenemos adentro guerras de dragones, prostitutas, guerreros, reyes y tiranos. Tenemos madres y tenemos padres y tenemos modelos de cómo ser y rebeldes revolucionarios que desean libertad. Y encontrarnos con esta danza es un verdadero quilombo, es abrirnos a desconocernos rotundamente.

Y lo otro que el Tantra y la Astrología te pueden llegar a dar, en un lento y largo proceso, es estar cada vez más cerca de la Vida. Y la Vida, corazón, no es siempre florcitas de colores -o más bien, rara vez lo es. La vida es fricción, es destrucción, es nacimiento, es rugidos intempestivos, es puro abismo, puro misterio, pura incertidumbre. La vida, corazón, es también Muerte. Putrefacción, olvido, cenit y ocaso. La vida es movimiento, un Mandala-caos-inteligencia.

¿Y entonces cuál es la receta? No hay ninguna receta, no hay nada que prometa felicidad. No hay nada que prometa nada. Y no hay nada que te vaya a venir solo, sin que vos asumas tu responsabilidad, sin que vos hagas un voto de permanencia en el cuerpo, en la existencia, un voto de permanecer incluso cuando todo se haya ido a la mierda, cuando la vida sea ardor y te desgarre, cuando todo se te haya ido de las manos. Cuando te des cuenta de que no controlás nada, de que nunca controlaste nada. Cuando te des cuenta de que no sabés nada, de que nunca supiste nada.

Entonces, la locura. Nada es lo que era, nada cuaja en tu sistema de creencias anterior. Entonces, el potencial de madurez. El potencial de éxtasis. El potencial de apertura. Que también es potencial de cerrazón, de terror, de pánico. Porque acá estamos, en el borde del abismo, siempre saltando -o siendo empujados a él. Entonces, ¿qué hacés? ¿Esperás a que la vida te empuje, aterrado, o saltás vos solite? A un abismo sin fin. Tarde o temprano todes caemos hacia un abismo sin fin. Y eso es todo lo que el Tantra y la Astrología pueden decirte: estás en un abismo sin fin. Podés seguir resistiéndote, buscando falsas promesas de felicidad, o abrirte al aterrador abismo, a la deliciosa y desgarradora vibración de existir. Esta fragilidad de ser solamente formas provisorias, siempre transformándose. A recibir de brazos abiertos a la Vida, con absolutamente todo lo que la Vida es. Con todo lo que vos, corazón, sos. Todo, absolutamente todo. Sin moldes, sin recetas, sin remedios que no sean también veneno.

No, no hay ninguna promesa. Hay potenciales, y dependen de vos. Y el potencial es solo estar más vivo. Y estar más vivo es que el dolor duela más y que el placer plazca más. Y que las recetan salgan volando y tu singularidad pueda danzarse en el abismo de desconocerse, que tu singularidad se redescubra a cada instante, entre las formas provisorias que toman las fuerzas y el total y absoluto caos -y una intuición, en el fondo, de que el caos sea también una inteligencia incognosible.

 

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